lunes, 5 de noviembre de 2018

Crónica de un mal viaje

Fotograma de Climax
Cineasta provocador como pocos, a Gaspar Noé siempre le ha gustado romper con lo establecido, empezando ya por invertir el orden en la propia continuidad narrativa. Ese hecho, marca de la casa, lo vemos una vez más en su último experimento, Climax, que se llevó el premio a la mejor película en Sitges. Empezando con los títulos de crédito (que a su vez están dispersos entre el inicio y sucesivas irrupciones  ya mediado el filme), y una secuencia en la nieve que pertenece al propio final. Noé anticipa lo que premonitoriamente será un viaje de la euforia y la alegría al descontrol de la locura.
La historia, se nos informa, está basada en hechos reales acaecidos en los años 90, y nos muestra una veintena de bailarines de danza urbana reunidos en un edificio aislado en medio de la nieve, que, tras un último ensayo -que vemos en una increíble escena de danza inicial que por sí sola ya justifica el visionado del filme- se lanzan a una celebración que pronto se les va de las manos al ser la bebida adulterada con algún tipo de droga.
El filme en el que la música y el baile no cesan en prácticamente ningún momento, evoluciona de película de danza al género quasi de terror sin apenas respiro. Los referentes están claros desde el inicio, en el cual, enmarcando un monitor donde se suceden entrevistas a los bailarines, se halla un compendio de libros y películas que incluyen, entre otros, Suspiria, de Dario Argento; La posesión, de Andrzej Zulawski, o el Saló de Pasolini.
Climax es una película que fascina e incomoda a un tiempo. La cámara danza a la par de esos cuerpos hermosos que bailan entre lo hipnótico y lo brutal, les sigue en largos planos de secuencia, se distancia y nos muestra sus piruetas en un cenital absoluto, y finalmente opta por romper las propias leyes de la gravedad y se vuelve "del revés", en una somatización absoluta con las vivencias de estos seres, empujando al espectador a zambullirse en un mal viaje en el cual se esfuman las inhibiciones, caen las máscaras y los instintos prevalecen.
Música electrónica, baile y claustrofobia. Un Gaspar Noé desatado y en estado puro con todas sus obsesiones volando libres.
Sabela Pillado. La Voz de Galicia, jueves 19 de octubre de 2018.

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