sábado, 24 de noviembre de 2018

El pulso de los gitanos en Perpiñán

Mercadillo callejero en Perpiñan
Le llaman Oso de peluche, Nounours en francés, habla un catalán genuino y cerrado, posee un raro talento para intimidar y agasajar a la vez, y con su batalla para frenar la destrucción de edificios en el barrio medieval de su ciudad, Perpiñán, ha puesto en jaque al Ayuntamiento y ha llegado a movilizar a consejeros del presidente Emmanuel Macron. 
Su nombre real es Alain Giménez y es uno de los lideres de la comunidad de gitanos en la principal ciudad de la Cataluña francesa y capital del departamento de los Pirineos Orientales. "Nounours tiene una armada de jóvenes con él. Hay árabes, gitanos, payos. Esperan una señal suya para hacer lo que sea", dice Nick Giménez, tío de Nounours y patriarca en Saint-Jacques, el barrio de los gitanos catalanes en el centro de la ciudad, de 120.000 habitantes y situada a 40 kilómetros de la frontera española. ¿Lo que sea?"Protestar", aclara Nick Giménez. "Romper cosas, no".
Saint-Jacques es un laberinto de calles angostas donde los niños corretean hasta la noche, las mujeres ven pasar la vida sentadas en sillas plegables, las palomas revolotean entre la suciedad acumulada y las pocas plazas que hay son de cemento. También es uno de los barrios más pobres de Francia: un 60% de sus habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza, el paro juvenil llega al 90% y el absentismo escolar es del 60%. La tradición clientelista de la política local no ha ayudado.
A esto se añade una particularidad cultural. El catalán melodioso de los gitanos de Perpiñán, que se enorgullecen de llevar siglos viviendo aquí, está trufado de arcaísmos y galicismos. Saint-Jacques es una isla catalanoparlante en la Francia jacobina que debilitó, sino destruyó, sus lenguas regionales. "Sin este barrio Perpiñán no es Perpiñán", dice Nick Giménez. "Es nuestra vida, nuestro pueblo. En otro barrio estaríamos perdidos". 
El conflicto llevaba meses arrastrándose, pero no estalló hasta el 27 de julio por la mañana, cuando comenzó la demolición de una manzana de casas junto a la Plaça del Puig. Esta plaza es el ágora del barrio, el teatro de tertulias infinitas y el mercado nocturno para trapicheos de todo tipo. "Aquel día atacaron un símbolo", recuerda Jean-Bernard Mathon, presidente de la Asociación para la salvaguarda del patrimonio artístico e histórico rosellonés. Mathon explica que desde 2015 se han demolido 59 edificios en Saint Jacques de los que 18 debían haberse preservado...
El dilema es si destruir y reconstruir, o rehabilitar. La casa de la Plaça del Puig donde el el 27 de julio un grupo de jóvenes paró una demolición es algo más que un edificio ruinoso. En esta plaza y en este barrio, que en 2005 fue escenario de enfrentamientos entre árabes y gitanos, Perpiñán proyecta sus fantasmas de decadencia...Para unos está en juego la capacidad de los poderes públicos para "devolver la autoridad republicana a Saint Jacques", como dice el vicealcalde, Olivier Amiel. Para otros peligra la protección de un casco urbano del siglo XIII, e incluso el mantenimiento de la cultura gitana.
Marc Bassets. Perpiñán. El País, domingo 23 de septiembre de 2018 

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