sábado, 3 de noviembre de 2018

Pérez-Reverte "lleva" a su espía a París

7, rue des Grands-Augustins
Ante el edificio de tres plantas del 7, rue des Grands-Augustins, un anciano con una gorra calada se ha quedado encerrado en el patio porque no conoce el código de apertura de la reja. Al carecer los presentes de las habilidades de Falcó para profanar las cerraduras con una ganzúa, la operación de rescate requiere vocear a los vecinos y se resuelve, por tanto, sin la sutileza y la clandestinidad características de las novelas de espías "canónicas", en las cuales se encuadra, según dice Arturo Pérez-Reverte, Sabotaje, esta tercera entrega de las correrías de su despiadado y al mismo tiempo seductor agente secreto...El incidente del anciano a mediodía impide abstraerse en la contemplación del edificio que albergó el estudio de Picasso durante la concepción, por encargo de la República, del Guernica, cuadro que juega un papel importante en la novela a partir del mismo título, pues Picasso y no otro es el objetivo del sabotaje para tratar de impedirle contribuir con su arte a la propaganda republicana. La otra trama alude a un aviador combatiente en España y al mismo tiempo practicante del turismo de guerra intelectual que se parece sospechosamente a André Malraux aunque el autor le haya cambiado el nombre, como a otros personajes reconocibles, para poder tomarse con ellos licencias ficticias...
El estudio de Picasso estuvo ubicado en pleno Barrio Latino, cerca de Saint-Germain y de la calle Fleurus donde recibía Gertrude Stein. Es decir, en el núcleo mismo de la Generación Perdida, cuya impronta es visible en ese París de Pérez Reverte que parece orbitar alrededor de cafés como Les Deux Magots y donde el carisma de los novelistas americanos, muchos de los cuales ya se marcharon, ha sido sustituido por la angustia de los refugiados cuyo mundo, como el de Zweig, está desapareciendo porque provienen de la Europa en la que ya se ha abatido la ola parda -Pérez Reverte augura otra para Europa:"Lo pardo siempre está ahí"- de la que tantos todavía se sienten a salvo mientras hacen vida hedonista y cabaretera en la Ciudad de la Luz...
David Gistau. El Mundo, miércoles 3 de octubre de 2018

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