Céline Bardet |
"No me canso de repetir que la violación como arma de guerra es el crimen perfecto: mata a la persona por dentro". Pero para Bardet la sentencia que condenó a los culpables a cinco años de de cárcel y reconoció por primera vez la violación como un crimen de guerra fue tan solo el principio: las mujeres no tenían derecho a recibir la compensación económica percibida por las demás víctimas de crímenes de guerra, por ello consiguió que el Parlamento bosnio introdujese ese derecho - que después adoptarían los Gobiernos de Croacia y de Kosovo-.
Bardet fundó en 2014 la ONG We Are Not Weapons Of War para prestar apoyo jurídico a las víctimas. "Hemos desarrollado una plataforma encriptada con la que pueden avisar en tiempo real de las violaciones y ser atendidas en el terreno por nuestra red de médicos, psicólogos y activistas. Lo único que nos falta es dinero para llevarla a los países que la necesitan", detalla. La francesa cree que solo con este tipo de herramientas se podrán superar las limitaciones intrínsecas de la Corte Penal Internacional para actuar en países como Siria, donde la ONG calcula que entre 5.000 y 10.000 mujeres son violadas diariamente en las prisiones del régimen de El Asad.
La indiferencia con que se trata a la violación de guerra, lamenta, dice mucho de nuestra sociedad y del sitio que en ella ocupan las mujeres...Pero hay motivos para el optimismo, como la reciente concesión del Premio Nobel de la Paz a dos personas que conoce bien y que comparten su batalla: Nadia Murad, activista iraquí de origen yazidí, esclava del grupo yihadista Estado Islámico, y Denis Mukwege, ginecólogo congoleño que lucha por reparar a las mujeres.
Carla Mascia. El País Semanal, domingo 11 de noviembre de 2018
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