sábado, 10 de noviembre de 2018

El gran atasco de París


Varias guerras civiles se libran en las calles de París. A la que enfrenta a los automovilistas suburbanos frente a los hipsters ecolos del centro -Financial Times lo define como miniguerra de clases- se suma la pelea por el usuario entre compañías y sistemas de alquiler. Y también la guerrilla de los patines. ¿Nos vamos de paseo?
¿Y si voy en patinete? Me descargo la app de Lime...
Diez de la mañana. Otro día atípicamente soleado de octubre. Puente de Sully. Rive droite. Voy al Grand Palais. 25 minutos de coche o taxi; 19 en bici o metro. ¿Y si voy en patinete? Me descargo la app de Lime, me lío con la tarjeta, encuentro el patín y no va. Decepción. No tiene batería. Geolocalizo otro. Ya a rodar. Me siento el rey del mambo rodando por el quai des Célestins. Dos carriles bicis, uno por sentido, separados de la acera peatonal por árboles. Los coches en su sitio, separados por el bordillo...En un pispás estoy en el Hôtel de Ville, el Ayuntamiento que gobierna Ana Hidalgo. La gaditana es una de las pocas figuras de un Partido Socialista francés que parece camino del sumidero de la Historia. Las elecciones municipales están a  año y medio vista, y a Hidalgo no le va mal en los sondeos...
El carril bici gira hacia el interior. Yo enfilo la rampa hasta el muelle del Sena. Maravillo. Casi en silencio, de la poca gente que hay. El río, los monumentos...todo se desliza con mi patinete. París tiene 700 kilómetros de carril bici e Hidalgo planea duplicarlos  en la legislatura. Parte de esos kilómetros son los viejos muelles del Sena donde los impresionistas pintaron barcazas descargando. Desaparecido el tráfico fluvial se convirtieron en vías rápidas. Atravesabas toda la ciudad en coche a toda velocidad y sólo subías al nivel de la calle al acercarte a tu destino.
Ahora, cada tarde, desde la Concorde hay un atasco bíblico. Por lo que juran los taxistas. En ese gremio no hay votos para Hidalgo. Habrá bajado la polución, sin duda. Pero el cabreo de los conductores por la guerra al coche de la alcaldesa es palpable. El Ayuntamiento quiere que el 15% de los desplazamientos sea en bicicleta; hoy solo suman el 6%.
Mi felicidad acaba a la altura del Musée du Louvre. ¡Adoquines! Viejos, grandes, sin nivelar: Impracticable en bici o patín. En los muelles a tope el fin de semana, se rueda donde antes había asfalto y se pasea donde hay adoquín. Son uno de los últimos refugios del peatón,  que ha visto sus aceras invadidas por todo tipo de ingenios rodantes...Después de los adoquines, sigo ruta por la acera. Es ancha y hay poco peatón. Reduzco a unos 10 kilómetros por hora y anticipo mucho en los cruces. En cuanto la acera se reduce, la confrontación surge...Camino del Grand Palais el patín empieza a pitar. Me encuentro sin batería y en tierra de nadie...Localizo otro patín en una entrada del Jardín de las Tullerías...Me lo llevo. La Concordia . La mayor plaza de París. Aquí rodaron las cabezas de Luis XVI, María Antonieta, Danton y las de más de 1000 personas, la mitad de los decapitados por el terror revolucionario. Luego la rebautizaron Concordia... y ahora es el punto negro del París verde, con autobuses de turistas y taxis sorteando adoquines...En los alrededores del Grand Palais descubro que las acera están hechas puré. Una raíz que ha roto el asfalto...Llegar hasta aquí no me ha costado 19 minutos, sino casi una hora. Es verdad que he parado a hacer fotos y grabar notas. Y que he tenido un problema. Las condiciones, además, eran perfectas. Como vehículo de placer, en desplazamientos cortos o por las callejuelas del centro, el patinete es imbatible. Y según he podido apreciar en un par de ocasiones, se puede circular con zapatos de tacón, ojo al dato parisino.
Iñaki Gil. París. El Mundo, viernes 26 de octubre de 2018

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