George Simenon |
"Es seguramente uno de los pocos sino el único autor de literatura policial reconocido como gran autor literario. Como grafómano que escribía todo el tiempo -no solo las historias de Maigret sino también las novelas duras que son magníficas- constituye una especie de anomalía. Era un hombre que vivía para la escritura y su capacidad de escribir tanto y tan bien le convierte en una especie de genio", resume a El País Stéfanie Delestré, editora de la Série Noire de Gallimard.
Nacido en una familia belga pequeñoburguesa, este hombre que a los 16 ya trabaja como periodista y a los 27, antes de publicar el primer libro con su nombre, ya conoce el éxito masivo con sus más de 150 relatos y novelas òpulares firmadas con los seudónimos Georges Sims o Jean Du Perry, encierra una gran paradoja. Famoso y millonario con gusto por la ostentación, su vida esta construida bajo un plan preciso del que poco sabemos con certeza. La verdad no está en las entrevistas o en las memorias a las que se dedicó con profusión cuando dejó la ficción en 1972, sino en detalles, pistas y rasgos dispersados por su ficción. "Está claro que le encantaba alimentarse de su vida personal y luego metamorfosearla en sus novelas", explica Laurent Demoulin, poeta, crítico y conservador del archivo del Centro de Estudios Georges Simenon en la Universidad de Lieja. Sean policiales o novelas a secas, en las historias de Simenon hay culpa, soledad, fatalidad, incomunicación, traición, doblez y silencio y algo de todo eso también hubo en la vida del escritor...
Existen cerca de 70 adaptaciones al cine de historias escritas por Simenon. La serie de la televisión francesa es la segunda que más ha durado en la historia. Bruno Cremer, Jean Gabin o ahora, Rowan Atkinson se han puesto en la piel de Maigret. Dentro de la tradición iniciada por Jean Renoir en 1932, Bertrand Tavernier tiene un papel especial. Gran conocedor de la obra del autor belga, en 1974 adaptó para su primer largometraje una de sus novelas El relojero de Saint-Paul y trasladó la trama de EEUU a Lyon, ciudad en la que se crió. "Puse todo lo que sabía sobre la ciudad. Tenía auténtica pasión por él. Hay algo extraordinariamente fuerte y profundo que no necesita coartadas. En Simenon no hay intriga. El punto de partida es sencillo pero llega a un resultado poderoso que se ve en grandes películas", cuenta el director que recomienda El gato (1971) y La cabeza de un hombre (1933)...
Juan Carlos Galindo. Lyon. Enviado especial. El País, lunes 1 de abril de 2019
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