sábado, 25 de mayo de 2019

La Francia mediana que va bien: Angers

Angers
"Francia fue antaño el nombre de un país; hoy es el nombre de una neurosis". El filósofo existencialista Jean-Paul Sartre, escribió la frase en 1961, pero muchos días, en 2019, parece más vigente que nunca.
De la revuelta de los chalecos amarillos contra el presidente Emmanuel Macron, al recurrente debate sobre el islam, del miedo sobre la decadencia de la vieja potencia mundial al ascenso d la extrema derecha; de la fractura social a la territorial, a veces se diría que este país está atrapado en un laberinto sin salida.
¿Todo el país? No. Francia no es (solo) una neurosis y Angers es la prueba. Esta ciudad de 150.000 habitantes, a 300 kilómetros de París y a una hora y media en tren, demuestra que hay otra Francia que hace poco ruido, discreta pero tanto o más parecida a la Francia real -si es que existe- que a la otra.
"Durante demasiado tiempo, todo el mundo pasaba de largo", dice el diputado Mathieu Orphelin, que reside en Angers desde el año 2000 y representa una circunscripción que engloba parte de la ciudad. Esta era la ciudad sin cualidades, a medio camino entre el omnipotente París y Nantes, capital de la costa Oeste francesa, con la imagen de la provincia soñolienta donde nunca ocurría nada.
La imagen era imprecisa. Angers fue capital del Anjou, sede de dinastías medievales. Como relata la académica Danièle Sallenave en L'églantine et le muguet -voluminoso libro de viajes que arranca con la citada frase de Sartre-, esta fue una zona de fractura en la Revolución entre la nueva Francia republicana y la contrarrevolución rural y católica. En la posguerra se instalaron gigantes de la electrónica como Thomson. Hoy la fábrica está cerrada. Aunque no se ha compensado la pérdida de empleos industriales Angers ha sobrevivido.
"Es una ciudad de talla humana. Este es el secreto", resume el alcalde, Christophe Béchu, que abandonó Los Republicanos, el partido de la derecha clásica, y ahora apoya a Macron. La ciudad tiene dos "motores económicos": las plantaciones vegetales y los llamados objetos conectados o Internet of Things (Internet de las cosas, en inglés).
"Tenemos la impresión de que hay un anticiclón sobre nuestras cabezas", dice Corine Busson-Benhammou, directora de relaciones exteriores e internacionales de Angers French Tech, la cooperativa de empresas de Angers que lleva el sello de la iniciativa nacional para promover el sector tecnológico. Mientras en otros lugares llueve, aquí se vislumbra el sol. Hay una expresión del poeta renacentista Joachim du Bellay que regresa en las conversaciones la "douceur angevine", la dulzura angevine...
Marc Bassets. Angers. El País, sábado 18 de mayo de 2019.

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