Houellebecq con la Medalla de la Legión de Honor (Foto: leparisien.fr) |
"Usted es visceralmente antieuropeo, yo soy el más europeo de los presidentes. Le acusan de ser reaccionario, misógino, islamófobo, mientras que yo lucho por el progresismo, los derechos de las mujeres y el rechazo de las discriminaciones", sonrió Macron al entregarle la medalla, según el diario Le Monde. Ambos se conocen desde hace años. En 2006, cuando Macron era ministro de Economía, la revista Les Inrockuptibles publicó un extenso diálogo entre ambos. Ahí y se veían las discrepancias pero también parecía haber sintonía personal. Entonces se tuteaban. Después Houellebecq comento sobre Macron: "Es raro. Parece un mutante".
A la ceremonia asistieron una treintena de amigos de Houellebecq, autor de la reciente Serotonina (publicado en castellano por Anagrama), novela que ausculta la Francia de finales de la segunda década del siglo XXI y describe a un personaje, a un país y a un continente en proceso de desintegración. Arroparon al novelista otros escritores como el inseparable Frédéric Beigbeder, el filósofo Alain Finkielkraut, periodistas de la revista conservadora Valeurs Actuelles, y el expresidente Nicolás Sarkozy. También el rockero Jean-Louis Aubert, la editora Teresa Cremisi, el periodista televisivo David Pujadas y el más letraherido de los miembros del Gobierno francés, el ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, que acaba de publicar dos libros en Gallimard: un ensayo político sobre el futuro de Europa y una meditación elegíaca sobre un amigo muerto.
El ambiente era néoréac - estos neorreacionarios chic con el talento para combinar el dandismo con el chaleco amarillo- pero sin excesos. Houellebecq ha logrado en Francia y en el extranjero el aplauso de la crítica y del público de todas las ideologías. El rechazo a Mayo del 68, el antiliberalismo, la islamofobia y la misoginia que señaló Macron, y, en general, un pesimismo existencial sobre Francia y la civilización se alinean en la tradición de grandes reaccionarios de las letras francesas desde finales del siglo XIX, la de Barrès y Maurras, Céline y los colaboracionistas en la segunda Guerra Mundial. Es una cadena que mezcla el esplendor con la abyección y que tiene en Houellebecq el último eslabón.
Marc Bassets. París. El País, 22 de abril de 2019
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