sábado, 4 de mayo de 2019

Regreso a la Edad del Hielo al sur de Francia

Lascaux IV
De Lascaux al abrigo de Cro-Magnon, una ruta en coche entre pueblos encantadores y bosques tupidos esconden las cuevas de La Dordogne que albergan junto con la cornisa cantábrica, la mayor concentración de arte prehistórico de Europa y, lo que es más importante, la mayor densidad de arte prehistórico visitable del continente. Por problemas de conservación, a la cueva más importante de Dordoña, Lascaux, no se puede acceder. Es un caso muy similar al de otras dos cuevas esenciales : la también francesa de Chauvet, en la región de Ardèche, y la española de Altamira (aunque aquí se accede en pequeños grupos por sorteo los viernes, en contra de la opinión de muchos científicos, y con interrupciones periódicas de las visitas). En España se puede entrar previa reserva en algunas cuevas maravillosas, como Tito Bustillo (Ribadesella, Asturias) o El Castillo y Las Monedas (Puenteviesgo, Cantabria), pero Dordogne ofrece una multiplicación insólita de grutas que resisten las visitas humanas sin que, por ahora, se haya alterado su delicado ecosistema.
De Lascaux, cerrada a cal y canto después de una crisis por el exceso de turistas estuviese a punto de arruinar las pinturas, existe una reproducción muy realista, realizada utilizando técnicas de mapeo digital y, a la vez, imitando las pinturas después de haber estudiado a fondo su composición. Fue inaugurada a finales de 2016 y es conocida como Lascaux IV...Con más de 15000 representaciones, Lascaux resulta  inabarcable. Su sala de los toros es considerada, junto al techo de los bisontes de Altamira y el panel de los leones de Chauvet , la obra maestra del arte prehistórico. Y su reproducción no decepciona.  Con paciencia y planificación se puede vivir una experiencia única: contemplar un techo lleno de mamuts dibujados a carboncillo, entrever con linternas el grado de un leopardo o mirar durante unos segundos unos bisontes policromados. Es imposible captar en una sola visita la enorme concentración de arte que ofrece esta cueva, pero el museo que la acompaña permite hacerse una idea de lo que sabemos sobre el arte prehistórico. De los instrumentos encontrados en Lascaux, por ejemplo, se deduce como trabajaban aquellos pintores de las cavernas, subidos a andamios y con pequeñas lámparas de grasa de reno para iluminarse. Terminamos la visita con una mezcla de lejanía y cercanía, hemos descubierto un mundo remoto, pero hemos conocido a humanos en el fondo no tan diferentes de nosotros. Eso sí, eran mucho mejores pintores. 
La Dordogne, además está llena de castillos medievales de la guerra de los Cien Años -hay tantas fortalezas inglesas como francesas- , de colinas y bosques y de pueblos medievales magníficamente conservados, como Sarlat-la-Cadéna, Montignac...La gastronomía, eso sí, no resulta demasiado apta para vegetarianos o veganos porque es la patria del foie y del pato , que se sirve de todas las formas posibles... Limeuil, donde se cruzan los ríos Dordogne y Vézère, es una de las localidades más bonitas de la zona. El minúsculo pueblo de Cendrieux, con su museo dedicado a Napoleón, tiene mucha gracia al igual que Monpazier o Saint-Amand de Coly con su impresionante iglesia fortificada...
Guillermo Altares. El Viajero. El País viernes 12 de abril de 2019

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