martes, 28 de julio de 2020

Un niño llamado Marc Chagall

Marc Chagall
Quien cree que la posición de los astros  y los acontecimientos producidos al llegar al mundo marcan nuestro destino, tiene motivos suficientes para especular sobre el recorrido vital y artístico de Marc Chagall, nacido bajo el signo de Cáncer en una casa humilde del barrio judío de la pequeña ciudad de Vitebsk, en Rusia y con dos curiosas circunstancias: nació cuando el barrio empezó a arder, y muerto. El niño tardo en respirar, pero lo hizo y vivió 98 años. 
Los nacidos bajo el signo de Cáncer son tímidos, sensibles, sensibles ambiciosos, tenaces y seguros de sí. Chagall era todo eso y algo más que no dice el horóscopo: infantil. Sí a Marc Chagall le daba miedo ser mayor y, sobre todo, llevar barba, así que nunca creció por dentro y siempre llevó la cara afeitada. Para entender la obra artística de Chagall es necesario tener en cuenta esta peculiaridad: es la obra de quien pinta, graba y modela con la libertad de un niño.
Un niño extraño, de aspecto afeminado y tartamudo, incapaz de aprender y hacer nada bien, pero que descubre enseguida su vocación de pintor y tuvo claro como no quería pintar. Cuando su madre lo llevo a la escuela del señor Pen, un pintor académico, la buena mujer vio aquellos cuadros colgados de las paredes, y le comentó:"Tu nunca pintarás así". El niño Chagall pensó: "Así, seguro que no".
Y empezó a pintar a su estilo su familia: la madre diminuta y tierna, el padre con barba nunca recortada; la abuela materna y el abuelo paterno que enviduaron y se casaron entre ellos. Cuando el abuelo desparecía por la noche, lo encontraban en el tejado mirando las estrellas y comiendo zanahorias. Pintó al tío que lo llevaba en el carro a recoger el ganado; a la tía que hacía queso y se lo daba a probar. El tío murió, la tía cerró la tienda de quesos y las cabras se echaron a llorar. Lo contó Chagall en el libro Mi vida , en 1922. También contó que cuando supo de un pariente que había paseado por el barrio sin más ropa que la camisa, el corazón se le llenó de una alegría soleada. Era un niño de 35 años, que acababa de fracasar en el intento de apoyar a la Revolución en Rusia, pero volvía con las convicciones más firmes y sin perder un ápice de su sentido del humor. Ghagall es un extraordinario ilustrador-humorista y su obra una serie de recuerdos de la infancia, en los que la melancolía se oculta en un pudoroso sufrimiento: "No me importa que la gente descubra en las aventuras inocentes de mi familia el secreto de mis cuadros"...
La exposición Fábulas y Sueños, que la Fundación Barrié trajo a A Coruña, nos permite disfrutar del mejor Chagall grabador. Es cierto que muchos de los grabados son a una sola tinta, pero descubren cosas tan interesantes, como la influencia que tuvo Rembrandt en su formación o que, como había dicho Malraux, el "grabado" no es "un dibujo grabado"; porque un mismo bosquejo de Chagall se transforma en dibujos distintos cuando queda en dibujo, o pasa al grabado o a la pintura.
También Malraux, su amigo, habla de la realidad que Chagall vio con ojos de niño:"Su creación pictórica afirma ingenuamente -pero con una ingenuidad invulnerable, como la ingenuidad religiosa-, que las cosas no son lo que nosotros creemos, sino lo que ellas creen"-
Quizá esa sea la gran lección de Chagall.

Siro. La Voz de Galicia, viernes 17 de julio de 2020.

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