domingo, 12 de julio de 2020

Michel Onfray lanza "Front Populaire"

Michel Onfray
No es habitual que una revista haga tanto ruido sin haber sido leído hasta hoy, que ha llegado a la calle. Algo así solo podría haber ocurrido en Francia, donde la palabra intelectual no ha perdido todo su lustre, donde es posible encontrar revistas académicas en los quioscos, y donde las opiniones de filósofos, sociólogos o antropólogos se recogen en portadas de diarios o se escuchan en programas de radio de máxima audiencia. La revista en cuestión  -destinada a alimentar las discusiones sobre el mundo postcovid-19- se llama Front Populaire, nombre de resonancias izquierdistas. Su responsable es Michel Onfray, filósofo prolífico y superventas que se describe a sí mismo como "socialista libertario", y tiene como referentes a George Orwll y Albert Camus. "Se trata de reunir a los socialistas de ambas orillas", declara Onfray  en la web de la revista. "Existe una línea de fractura en la derecha y la izquierda, entre los liberales que defienden el Estado mastriquiano, y los soberanistas, de derechas y de izquierdas, que defienden un retorno de la política francesa", añade. Ese "Estado mastriquiano", alude al tratado de Maastricht, firmado en 1992, que puso en marcha la unión monetaria en la UE, con considerables cesiones de soberanía de los socios. Para los soberanistas, Maastrich es el lobo feroz asimilado al gobierno supranacional de burócratas no electos y a la globalización neoliberal.
La nómina de coloboradores de Front Populaire -desde el exministro socialista Jean-Pierre Chevènement hasta una figura  de la derecha tradicionalista más dura como Philippe Villiers- y algunos de sus apoyos en el mundo político e intelectual acreditan la voluntad de encarnar, en el combate de las ideas, la sensibilidad que congrega a una parte de la extrema derecha con una parte de la extrema izquierda: el rechazo al liberalismo y a la globalización, el euroescepticismo, la defensa del Estado-nación y la bandera del pueblo contra las élites. Les separa un punto como mínimo: la inmigración.
"Una iniciativa como la de Onfray, que busca defender la libertad de expresión y reunir en un medio a quienes creen en la nación y se han opuesto al mundialismo, es positiva", ha celebrado Marine Le Pen, jefa del Reagrupamiento Nacional, formación heredera del viejo partido de extrema derecha Frente Nacional.
La operación tiene algo de macronismo a la inversa. Fue el presidente Macron, quien en Francia decretó que las viejas categorías de izquierda y derecha habían quedado obsoletas: ahora la oposición sería entre europeístas y nacionalistas, o entre liberales o soberanistas. Hoy éstos observan con satisfacción como la pandemia lleva al propio Macron a reclamar el soberanismo. Tanto Chevénement como De Villiers están próximos al presidente, aunque sus ideologías parezcan opuestas. 
Que un autor, tradicionalmente de izquierdas, como Onfray, seduzca a personalidades de extrema derecha no es tan insólito. Los chalecos amarillos, en 2018, ya les conectaron en las calles y rotondas. Onfray aplaudió la revuelta, como otro filósofo antiliberal que cuenta con devotos de la derecha extrema: Jean-Claude Michéa. En 2014 en Le Figaro, Alexandre Devecchio etiquetó como "izquierda reaccionaria" a Onfray, a Michéa y a Christohe Guilluy, el geógrafo que señaló el abismo entre la Francia urbana y globalizada y las pequeñas ciudades y pueblos.
El debate es si, en la práctica, el intento de unión transversal entre la izquierda y la derecha soberanista es factible, o si acabará traduciéndose  por una absorción de la sensibilidad  izquierdista  por la de extrema derecha. "Cuando una aproximación entre las dos orillas acaba reforzando una, es que ha fallado en su objetivo, dice Alain de Benoisi, pope intelectual de la nueva derecha...

Marc Bassets. París. El País, martes 23 de junio de 2020

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