Es un novedoso modelo que nada tiene que ver con las lámparas nobles que adornaban antes el templo: las de plata de Luigi Valadier, que dejaron la Capilla Mayor para ocupar oratorios auxiliares; la gran lámpara alemana de cristales que lucía en la nave mayor, ahora almacenada, o la de bronce que en su día donó Eugenio Montero Ríos.
La nueva iluminación responde al plan director de la Catedral; y a un convenio que impulsó su fundación con Iberdrola España. La actuación tenía como objetivo "renovar la iluminación interior del monumento, resaltando los elementos distintivos de las naves, crucero, girola, triforio y Pórtico de la Gloria". Para el desarrollo de esta iniciativa la Fundación Iberdrola España aportó la cantidad de 800.000 euros.
El proyecto nació "después de varios años de estudios previos y reflexiones por parte de expertos", y se desarrolló "en coordinación con todas las acciones restauradoras que se realizaron en la Catedral, para que se asegure su compatibilidad". En este sentido, "se ha evaluado la luz natural de la basílica durante el día, y a partir de esa realidad se ha avanzado en la construcción de un criterio para la luz en la escena nocturna. Ello significa que la luz artificial no intentará compensar ni sustituir la luz natural, sino que se entenderá como una capa visual diferente, con niveles propios de la luz nocturna, a temperaturas de color cálidas, evitando la clásica iluminación de las bóvedas".
Además, desde el punto de vista del uso, señala la Fundación Catedral en un comunicado, se trabajó con "compatibilizar un uso de la luz que, por una parte, permita describir la arquitectura del monumento y, por otra, crear un ambiente de recogimiento acorde con el significado del templo"...
Pepe Vergara. El Correo Gallego, martes 16 de febrero de 2021.
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