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Fotograma de Petite maman |
Sciamma va desechando esas pistas para dejar claro que esa misteriosa niña es, en realidad, la madre de la protagonista cuando tenía su edad. "Se me ocurrió en plena ensoñación diurna:¿cómo sería conocer a nuestros progenitores cuando eran niños? Esa fue la matriz de la que surgió esta ficción", precisó la directora durante una rueda de prensa virtual en París. Sciamma definió su relato como "un nuevo mito" apto para nuestra era y como "una película de viajes en el tiempo sin máquina para viajar en el tiempo", para la que se inspiró en el maestro japonés de la animación Hayao Miyazaki -"cuando dudaba pensaba en él", reconoció-, pero también en películas como Big o Regreso al futuro, solo que despojadas de las obsesiones propias del capitalismo ochentero, como el dinero y las tías buenas.
La película es un acercamiento al género que nunca renuncia al registro naturalista. Sciamma tiende a una abstracción del relato, lleno de misterios y de elipsis, que permite que el espectador rellene los huecos. "En todas mis películas trato de dejar lugar para la experiencia del espectador. A él le pertenece jugar con este cuento", precisó la directora, que con su quinta película vuelve a adentrarse en el mundo de la infancia 10 años después de Tomboy, retrato de un niño trans que presentó en la sección paralela Panorama en 2011. Petite maman, que compite en Berlín y no en Cannes, donde triunfaron sus últimas películas, parece tener premio asegurado, a juzgar por la entusiasta acogida de la crítica ayer...
Álex Vicente. París. El País, jueves 4 de marzo de 2021.
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