-Escribió Las gratitudes cuando nadie imaginaba lo que se venía encima. ¿Siente ahora de manera diferente este libro? ¿Habría cambiado algo?
-No necesariamente. Incluso antes de la pandemia me dí cuenta de que el libro suscitaba reacciones muy emocionales porque, en el fondo, la cuestión de la edad de los ancianos que están en esas instituciones, esa manera que tenemos hoy de descartar a los mayores para protegerlos, pero también porque ya no consiguen ir a la velocidad a la que va nuestra sociedad, es algo que debemos cuestionarnos como sociedad. La pandemia solo pone en evidencia algo que ya sabíamos.
-"Cuando me imagino vieja (...) lo que me resulta insoportable es la idea de que ya nadie me toque", dice uno de sus personajes. Por la covid eso es algo que muchos han sufrido sin tener que esperar a envejecer. ¿Hemos aprendido algo?
-Es cierto que la pandemia nos ha abierto los ojos ante la soledad en las residencias, que es terrible. Ha pasado en España, en todas partes, personas mayores que han muerto sin haber podido volver a ver a los suyos, sin que nadie les pudiera coger la mano, estar con ellos... Eso nos muestra la crueldad de esta situación. Hay que tener esperanza en que quizá seamos algo más cuidadosos en el futuro, cuando podamos abrazarnos de nuevo. Este momento nos ha demostrado la importancia de todos esos pequeños gestos, los besos de saludo, acariciar una mejilla, tomarle la mano a alguien-
-Qué le atrae tanto del agradecimiento?
-No sé cuántas veces al día decimos gracias, pero ¿es un convención social o sabemos realmente agradecer a la gente que tiene un papel importante en nuestra vida? No es tan sencillo, porque dar las gracias es aceptar la idea de que somos vulnerables, que tenemos necesidad del otro, y eso no es fácil. Además, emocionalmente, a menudo tenemos miedo de pasarnos, de manifestar nuestra gratitud de manera demasiado efusiva...
Silvia Ayuso. SMODA. El País, marzo 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario