martes, 16 de marzo de 2021

La belleza del día: "Bailarina verde" de Edgar Degas

Bailarina verde de Edgar Degas.
Museo Thyssen-Bornemisza

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas. La obsesión de Edgar Degas con la danza va mucho más allá de un simple gusto, una simple afición. En casi la mitad de las 1.500 piezas -las pinturas, dibujos y esculturas que se contaron tras su muerte- hay bailarinas. Ahondaba en los cuerpos femeninos que giraban en el aire, que hacían piruetas con sus estilizadas extremidades, y buscaba, con su pincel, con la fuerza del impresionismo, capter los movimientos imposibles de esas mujeres.

Durante la época que más pintó el artista -la segunda mitad del siglo XIX- el ballet no era considerado un espectáculo refinado, como sí lo es hoy. "En aquellos tiempos se asociaba de algún modo a la prostitución (...) La inmensa mayoría del público del Teatro de la Ópera de París eran hombres acomodados de mediana edad que, más que la danza, lo que iban a ver era la desnudez de brazos y piernas de las bailarinas", cuenta Raphaël Bladé en la revista Historia y Vida. 

Degas disfrutaba como pocos de los placeres de la Belle Époque, ese período de la historia francesa entre la Guerra franco-prusiana de 1871 y el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914. En esas poco más de cuatro décadas el arte y la bohemia fueron  bandera. Ir a ver ballet era su salida perfecta. Dicen que podía ver una misma función treinta veces. Antes y después del espectáculo  bebía y conversaba en el foyer con artistas e intelectuales de la época.

Cuando comenzó a pintar las postales de la danza ya estaban ahí. El publico adoraba su estilo impresionista pero también los temas que elegía. De a poco se convirtió en uno de los intelectuales del movimiento impresionista y en un gran cronista pictórico de su tiempo. Solía decir que el ideal de la fama era que todos hablen de él y amén de sus obras pero que nadie lo conociera, para poder caminar tranquilo por cuanto lugar quisiera.

"Por el influjo de la fotografía y de los grabados japoneses, Degas crea un espacio pictórico descentrado y truncado. Para él la realidad, transitoria e incompleta, debía ser plasmada de forma fragmentaria. La fugacidad de la acción es captada con los trazos rápidos de la técnica del pastel, que el pintor aplica en gran virtuosismo", escribe Paloma Alarcón sobre la obra que hoy presentamos como la belleza del día: Bailarina verde cuyo título original  era Bailarina basculando.

Pintado entre 1887 y 1879 -se desconoce la fecha exacta-, este cuadro está hecho en pastel y guache sobre papel. Mide 64 centímetros de alto por 36 centímetros de ancho. Uno de los primeros dueños del cuadro -sino el primero- fue el pintor británico Walter Sickert, un gran admirador de Degas. Ocupaba un lugar privilegiado en su casa en Wes Hampstead. Lo llamaba Bailarina verde, posiblemente por indicación del propio Degas.

Esta colorida, fascinante y conmovedora obra se encuentra hoy en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, en Madrid. Junto con Músicos en la orquesta (1872. Instituto Städel), La clase de ballet (1871-1874, Museo de Orsay) y Ensayo (1878-1897, Museo Metropolitano), entre tantos otros cuadros, forman una serie, la de su obsesión por el ballet. Una vez la coleccionista estadounidense Louisine Havemeyer le preguntó porque pintaba tantas bailarinas.

-"Porque Madame, solo en ellas puedo redescubrir el movimiento de los griegos"- respondió el artista...

Infobae, 14 de marzo de 2021

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