lunes, 29 de marzo de 2021

Crónicas de la edad ingrata

Fotograma de Una niña

Sebastián Lifshitz (París, 1968) se hizo un nombre en la penúltima década con olvidables ficciones homosexuales como Primer verano o Plein Sud, pero acabó encontrando su identidad como cineasta en el documental. El director francés lleva 10 años centrado exclusivamente en este género, donde ha experimentado una plenitud artística que confirman sus dos últimas películas: Una niña, a punto de llegar a las salas españolas tras haber sido uno de los fenómenos de 2020 en su país (fue estrenada por la cadena Arte, donde la vieron 3,5 millones de espectadores), y Adolescentes, disponible en plataformas de streaming, que triunfó en lasa salas francesas...

La primera es el emotivo retrato de una niña transgénero de ocho años enfrentada a una sociedad que la rechaza con gran violencia. La segunda, tal vez su mejor retrato hasta la fecha, recoge el paso a la madurez de dos jóvenes, en la Francia semirrural, dos amigas inseparables a las que el tiempo acabará distanciando. "La ficción cinematográfica funciona, a menudo, a partir de arquetipos, mientras que el documental permite reflejar la complejidad de una vida", asegura Lifshitz, entrevistado en París. "Filmo a anónimos que adopto como héroes del presente, que me hacen entender mejor la época actual y las restricciones que impone nuestra sociedad. Cada individuo lleva en su interior un relato increíble. Basta con ponerse a escucharlo".

Los dos proyectos, que tenían que estrenarse con un año de diferencia antes de que la pandemia los hiciera coincidir en el tiempo, forman un díptico con muchas cosas en común. De entrada, la apuesta por un tiempo de observación muy largo -cinco años de rodaje en el caso de Adolescentes y 12 meses en el de Una niña- y la elección como protagonistas de jóvenes que intentan definir su identidad y luego afirmarla frente a un entorno que preferiría que se limitaran a amoldarse a la norma. Sasha, la niña trans, es un caso extremo de esta tensión, al enfrentarse "a la ferocidad de esquemas de género particularmente binarios", como opina el director. Pero también afecta, de otra manera, a Emma y Anaïs, las heroínas de Adolescentes,  inmersas en el proceso de separarse de sus padres para hacerse adultas. "Quise observar la construcción de un individuo a lo largo del tiempo y reflejar cómo el yugo social deja un escaso margen para que este se convierta en quien quiera. Los referentes son poderosos y autoritarios, y casi siempre empujan hacia el conformismo", afirma Lifshitz. "Es fascinante ver cómo alguien termina convirtiéndose en un ser autónomo, aunque esa batalla nunca esté ganada desde el comienzo"...

Álex Vicente. Babelia. El País, sábado 6 de marzo de 2021

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