domingo, 4 de abril de 2021

El inmoralista día a día

André Gide

Novelista, poeta, viajero y premio Nobel, la obra de su vida fue su monumental diario íntimo , que logró revolucionar el género. Ahora se publica completo por primera vez en castellano.

André Gide  (1869-1851) tiene 18 años y está en clase de retórica en París, en la Escuela Alsaciana. Lleva un diario desde el 4 de octubre (1887). Es su primer cuaderno. Meses después mantiene una importante conversación con un compañero de clase que, como él, siente con intensidad su vocación literaria. Se llama Pierre Louis (después conocido como Pierre Louÿs). Los dos jóvenes se intercambian confidencias sobre sus respectivos proyectos y Louis le lee algunos pasajes de su diario. Gide queda vivamente impresionado y se reprochará no haberse tomado con la debida seriedad su vocación: "Ayer noche vi a Louis y me dio vergüenza. Tiene el valor de escribir y yo no me atrevo. ¿Que es lo que me falta? Y, sin embargo, cuantas cosas bullen en mí y reclaman cristalizar en el papel. ¡Tengo miedo! Tengo miedo de que al poner por escrito la frágil y fugaz idea la eche a perder, le dé la rigidez de la muerte, como esas mariposas a las que se extienden las alas sobre la mesa y que solo son bellas cuando vuelan" (16 de mayo de 1888).

Louis también dará cuenta de la conversación con Gide en su diario y ahora disponemos de la oportunidad de conocer los ecos generados por un mismo encuentro. Pero es que el diario de Gide es uno de los casos más fantásticos que se conocen en relación con los estudios sobre el género, pues una amiga suya, María Van Rysselberghe (la Petite Dame ), tomaría la decisión en 1918 de llevar un diario en paralelo al del autor de El inmoralista y lo mantuvo hasta la muerte del escritor, en 1951, asumiendo el papel de un Eckermann frente a Goethe. La función de los cuadernos queda definida en una anotación de 1927:"He emprendido estas anotaciones con la idea de que puedan servir de fuente, de referencia, de testimonios a aquellos que un día quieran escribir la verdadera historia de André Gide". Es decir que el Diario del escritor se convierte en el centro generador de una pléyade de otros diarios -Charles du Bos, Martin du Gard, Eugène Dabit, Pierre Herbart, Lois Guilloux...- en los que resuena tanto su voz autorial como su influencia. Incluso la que en 1895 sería su esposa, Madeleine Rondeaux, llevó un diario en su adolescencia donde aparece su primo, del que estaba profundamente enamorada. Cuántas veces la realidad va más allá de la ficción y es más intersante, pues esa sinergia creada en torno al diario gideano realiza espontáneamente , como señala Philippe Lejeune en Un journal à soi, el sistema del "punto de vista múltiple" que se halla en el centro narrativo no solo de su obra más reconocida, Los monederos falsos (1925), sino de muchos otros ejercicios narrativos: anteriormente, por ejemplo, había remodelado su diario de la adolescencia atribuyéndoselo a su héroe y alter ego en los Cahiers d'André Walter (1891).

Nos encontramos ante un caso verdaderamente prodigioso de irradiación del diario gideano; uno de los esfuerzos más completos que han podido tentar a un hombre para comprenderse a sí mismo y explicarse ante los demás. Una simple muestra de su vasta influencia nos la proporcionan poetas como Carlos Barral y, sobre todo, Jaime Gil de Biedma, ambos autores de sendos diarios escritos bajo su modelo e inspiración, por no hablar de Juan Goytisolo o Terenci Moix. Y por todo ello es una excelente noticia que la editorial Debolsillo haya decidido publicar íntegramente dichos diarios (como antes hizo con los cuadernos estuchados de Robert Musil y en línea con la política de otras editoriales como Tres Hermanas, volcada en publicar íntegramente los diarios de Virginia Wolf gracias al esfuerzo de la traductora Olivia de Miguel o el proyecto de publicar los diarios completos de José María Souviron, que sigue a buen ritmo)...

De la mano del crítico y editor Ignacio Echevarría, autor del excelente y completo estudio introductorio que acompaña cada volumen, ven la luz pues los dos primeros libros, de los cuatro previstos, siguiendo fielmente la edición francesa establecida por Éric Marty para La Pléiade (1996). Cuidadosamente editados, cubren por el momento el periodo de 1887 a 1925, nada menos que de los 18 a los 56 años del escritor. Y han sido traducidos por Ignacio Vidal-Folch (antes hubo una selección publicada por Alba con traducción de Laura Freixas.

De su lectura se desprende una primera consideración: hay escritores a los que casi (el casi es fundamental) basta leer para que nos guíen hasta el fondo de lo que nos dicen. En el caso de Gide, que -al no distinguir entre la vida y la obra, pues concibe esta última como "la vida de la vida"- se libra a la entrega moral de ser quien es hasta las últimas consecuencias. Además de sus muchas lecturas y viajes -incluidos los que hizo al Congo y a la URSS para terminar denunciando el colonialismo y el estalinismo-, de sus encuentros con figuras como Oscar Wilde o Marcel Proust, su amistad con Paul Valéry y Francis Jammes, y su papel al frente de La Nouvelle Revue Française, cruzando el Diario de punta a cabo descubrimos el conflicto que le condujo a convertirse en un pensador sobre la moral recibida y en un escritor implacable consigo mismo: la vivencia de la (homo) sexualidad...

Anna Caballé- Babelia. El País, sábado 20 de marzo de 2021


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