Como señalé en el artículo dedicado a E. Carrère, con muy pocos días de diferencia entre los dos, se publicó en España un segundo libro en el que se trata el malestar psíquico, El baile de las locas (Salamandra) de Victoria Mas (1987), ganadora del Premio Renaudot des Lycéens en 2019. Sin embargo los dos libros son muy diferentes en el modo de abordar los trastornos mentales. Si Carrère opta, como es frecuente en él, por la autoficción, el libro de Victoria Mas está contado por un narrador en tercera persona y aunque es una ficción se puede leer como un documento histórico de doble valor sobre la psiquiatría y sobre la valentía de esas mujeres que se rebelaron contra la condición femenina a finales del siglo XIX.
Un tercer aspecto envuelve todo el libro con algo semejante al "pensamiento mágico": El libro de los espíritus de Allan Kardec que defiende la tesis de que "los muertos velan por los vivos y los guían". Poco días después de la lectura de El baile de las locas, el azar empezó a mover los hilos y una serie de coincidencias, a modo de "señales", me llevaron de un jardín a otro, de ahí el titulo de este artículo.
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Hospital de La Salpêtrière |
Empecemos por los lugares donde transcurren los libros: Luis XVI, hizo construir, en el siglo XVIII, el hospital de El baile de las locas: La Salpêtrière. Un hospital que nació como una cárcel para quitar de la calle a los vagabundos, después a las mujeres pobres. Un siglo después la escritora lo define así:"La Sâlpetrière es un vertedero de mujeres que ponen en peligro el orden social". "Un asilo para aquellas cuya sensibilidad no responde a lo esperado". "Una cárcel para las culpables de tener una opinión". Aunque con la llegada de Charcot, unos veinte años antes de las fechas señaladas en el relato se asegura que las cosas han cambiado. En el corto espacio de tiempo en el que se desarrolla la novela, apenas 15 días ( del 3 al 18 de marzo de 1885), las internas preparan el Baile de la Media Cuaresma que se celebra en el último capítulo. Al hospital, rodeado de un gran muro, se accede por un paseo central de árboles desnudos en esos primeros días de marzo. Más que un hospital parece una ciudad con sus edificios alargados de piedra rosa pálido, que acogen las diferentes unidades. En la planta baja las ventanas son verticales, en la segunda planta, la ventanas son cuadradas y en la última, lucernas. A lo lejos se distinge un parque atrevesado por senderos donde se ve gente paseando, sobre todo mujeres. Al fondo la cúpula de una iglesia. Los jardines y los patios llenos de flores. ¿Es éste el escenario de tanto sufrimiento?
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Claustro del Hospital psiquiátrico de Conxo |
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Quince días más tarde del paseo por el parque del psiquiátrico de Conxo, mi amiga M.S. me invita a pasar el día en la Ciudad de la Cultura, el último gran proyecto, casi faraónico, del presidente Fraga Iribarne, diseñado por el arquitecto americano, Eisenman. Considerado como algo fallido desde el comienzo de las obras, por su alto coste, por pretencioso y fuera de lugar. Hoy, 20 años después, como un hijo del que no se espera nada y que acaba sorprendiendo a su familia, la Ciudad de la Cultura ha ido ganando aprecio, consideración y sobre todo está cumpliendo el objetivo para el que fue creada: un nuevo foco cultural con un amplio programa de actividades para todas las edades. Construida en el alto de una colina, el Monte Gaiás, desde donde se divisa Compostela, sus laderas, antes secas y peladas van poco a poco cubriéndose de vegetación, convirtiéndose en el Bosque de Galicia. Cultura y naturaleza unidas. Y ese fue nuestro programa. Por la mañana, un recital de poesía y una exposición. Descenso a pie por el bosque. Picnic frente al lago. Ya en el último tramo del paseo, a las orillas del Sar, comentando nuestras recientes lecturas, reaparece La Sâlpetrière. Una sorpresa para mi amiga, bióloga y profesora, en el mismo instituto las dos. Me habla de "un libro" que heredó de su bisabuelo, Ernesto Caballero. Químico y científico curioso se interesaba por la microscopía y la fotografía. Alcalde y director del Instituto, una calle de Pontevedra lleva su nombre. Tenía una buena biblioteca de la que formaba parte, La fotografía moderna de Alberto Londe, fotógrafo de la Sâlpetrière, 1889. Suyas son las fotografías de las mujeres de las sesiones del profesor Charcot.
Hoy La Pitié- Sâlpetrière es el hospital más importante de Paris y uno de los mejor valorados del mundo. Además de las enfermedades del sistema nervioso y patologías mentales trata todas las especialidades médicas existentes y dentro de la cirugía, la maxillo-faciale, siendo una de sus cirujanas, Chloé Bertolus la que reconstruyó el rostro de Philippe Lançon, uno de los supervivientes del atentado de Charlie Hebdo y autor de Le lambeau/El colgajo (Anagrama), el relato de su estancia en la Sâlpetrière, hoy un hospital inmenso, dédalo de callejuelas y servicios, donde sigue existiendo el viejo edificio del doctor Charcot.
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Hospital psiquiátrico de Conxo |
En esa tarde apacible de principios de marzo, el silencio era total. Solo vimos a un posible enfermo cruzar, a paso rápido, el parque. Los árboles en flor, los jardines cuidados mostraban firmes su empeño de ofrecer un espacio donde aliviar tanto dolor escondido.
Carmen Glez Teixeira.
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