lunes, 19 de abril de 2021

Una veterinaria en la Borgoña

Fotograma de Una Veterinaria en la Borgoña

Aunque la mirada idílica de Una veterinaria en la Borgoña desemboca demasiadas veces en la ñoñería, la película fluye de la mano de su personaje principal, una parisiense instalada en un pueblo de la Francia vacía donde se ve obligada a atender por un tiempo a todo tipo de mascotas y animales. La ópera prima de Julie Manoukian se apunta así a uno de los subgéneros más populares del cine galo (Un doctor en la campiña ), de Thomas Lilti, ya apuntaba a la falta de médicos en las zonas rurales) para ofrecer un retrato del campo francés que abraza la comedia más acrítica y amable.

El personaje que interpreta Noémí Schmith se gradúa en la universidad con la intención de especializarse en virus y pandemias (la película es de 20199) hasta que su tío, un veterinario jubilado le pasa el testigo. Vacas, perros, gatos, loros, conejos y un zorro son  algunos de los animales que desfilan por la pantalla dispuestos a reblandecer el corazoncito de la ríspida protagonista y, de paso, el del impaciente espectador.Y si desde el principio todos los personajes y todo lo que ocurre en la pantalla resultan previsibles, quizá solo es porque esta es una de esas películas que abraza todos los clichés del mundo rural frente al urbano para reivindicar una vida que sin duda hoy cobra otro sentido.

E.F.S. El País, viernes 16 de abril


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