jueves, 8 de abril de 2021

Yo que nunca supe de los hombres

Jacqueline Harpman

Jacqueline Harpman nació en Bruselas en 1929, de padre judío, que tuvo que refugiarse con su familia en Casablanca cuando empezaron las deportaciones. Además de asumir la herencia del Holocausto, conoció los sanatorios de tuberculosos. Dos dimensiones del confinamiento cuyos ecos llegan hasta los espacios de Yo que nunca supe de los hombres. La novela acusa la influencia del Dino Buzzati de El desierto de los tártaros y del Primo Levi más alegórico y terrible. No en vano la historia parece discurrir en un mundo con seres vivientes, pero ajeno a la humanidad y a su sistema emocional y sentimental. ¿Cómo hablar del libro sin desvelar su misterio? Si tuviéramos que sugerir, omitiendo muchos detalles, el universo de esta novela sobre el desconcierto absoluto, invitaríamos al lector a imaginar que sería de la vida, y que interpretación haríamos de ella, si llegásemos de muy niños a una prisión de mujeres desde la que el mundo es solo la narración deshilachada y absurda que hacen las demás presas. ¡Qué puede ser para tí la existencia desde un lugar así? Y si luego, por alguna extraña razón, te dejan salir del antro en el que has vivido siempre, ¿cómo vas a asimilar lo que ves? ¿Te sentirás tan cegado por la luz y tan perdido como el prisionero que se escapó de la caverna del mito de Platón? La incertidumbre, en lugar de menguar se acentúa, y ni siquiera estás seguro  de que el planeta por el que transitas es la Tierra. Para colmo, te encuentras periódicamente con la muerte, y serás víctima de la verdadera intemperie, cuando la vida ni siquiera halla cobijo en el pensamiento, en el deseo, en los juegos consoladores de la razón. Decir más es desvelar un espacio donde uno tendría que entrar sin saber nada.

Yo nunca supe de los hombres es una novela breve y plena sobre al desnudez existencial, proyectada hacia el pasado y a la vez hacia el futuro, además de ser una exploración del absurdo hasta sus mismos bordes. Que sea la primera novela de Harpman es una suerte, pues juraría que se trata de una de sus mejores historias, muy apropiada además para los tiempos que corren.

Jesús Ferrero. Babelia. El País, sábado 20 de marzo de 2021

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