viernes, 2 de abril de 2021

La Ópera de París fia su futuro a Internet

La Ópera de la Bastilla. © Patrik Tourneboeuf

Estamos a 10 de marzo de 2020. Pretty Yende y Benjamin Berheim interpretan en la Bastilla los papeles principales de Manon de Jules Massanet. Es la cuarta de las 13 funciones previstas. Será la última. Cayó el telón ese día y poco después el telón del covid canceló nuestra vida de antes. Desde ese día, ni en la Bastilla ni en el Palacio Garnier se había oído un ¡bravo! ni un aplauso.

Marzo de 2021. Hemos entrado al recinto de la Bastilla por una puerta lateral. Control de identidad. Por un laberinto de pasillos y escaleras llegamos hasta la sala. El acomodador nos ubica. Somos una veintena de periodistas y medio centenar de empleados, salpicados entre las 2.745 plazas del aforo. La voz que advierte del comienzo de la representación emite un mensaje distinto: "No aplaudan en las arias ni en los entreactos, por favor".

Benjamin Berheim (Fausto), tentado por Mefistófeles, expone sus deseos: "Quiero un tesoro/ que los contenga todos/ quiero la juventud,/ A mí los placeres/ las jóvenes amantes. /A mí sus caricias/ a mí sus deseos/ a mí la energía/ de los poderosos instintos/ y la loca orgía/ del corazón y los sentidos". La obra que Charles Gounod creó a partir del Fausto de Goethe en 1859 se presenta ante nuestros ojos y oídos en un montaje de Tobías Kratzer que hará volar por encima de París o sumergirse en el metro a los protagonistas. 

Efectos especiales, muchos. Aplausos, ninguno. Hasta el final. En el patio de butacas, las mejores localidades están ocupadas por cámaras, grúas y demás tramoya propia del cine. La obra se presenta solo para ser grabada. Será emitida primero por France TV (pública) en un canal surgido el año del Covid llamado Culturebox. Luego, quizá se reencuentre con el público de las salas... de cine de medio mundo. Y también se podrá disfrutar en LÓpéra chez soi / La Ópera en su casa) la plataforama que reúne en internet todo el contenido lírico que sale de la factoría del ente público francés dedicado al bel canto. 

Si Fausto busca y vende su alma por el elixir de la eterna juventud, la crisis ha forzado al organismo heredero de la Academia Real de la Danza fundada en 1661 por Luis XIV a dar el gran salto al éter. El covid ha impedido ver alguna de las casi 300 funciones que se representan en cada temporada parisina cuyo cartel en años normales comprende 29 titulos entre óperas y ballets.

Pero también ha sido un revulsivo, nos comenta un representante de la dirección. "Lo que hemos hecho en mes y medio nos hubiera llevado año y medio de discusiones". La primera reacción ante el confinamiento de la primavera pasada fue difundir los contenidos disponibles para hacer más llevadero el encierro. Se podía disfrutar gratis de una producción a la semana. Empezando por aquel Manon interpretado por Pretty Yende y Benjamin Bernheim, Siguieron Don Giovanni y El lago de los cisnes que marcó el récor de audiencia con 596.000 usuarios. En total, 13 óperas y ocho ballets...

Mientras llega el ansiado reencuentro con el público, la ópera parisina ha dado el salto a la audiencia digital de pago. Asistir a un estreno en directo cuesta 11,90 euros. Una función de ópera o ballet vale 7,90 euros y el comprador dispone del contenido durante 14 días. El ciclo integral de las sinfonías de Beethoven cuesta 9,90 y el Chaikovski, 7.90. En abierto puede verse conciertos, recitales y las muy notables creaciones del Tercer Escenario, original extensión de la ópera parisina. Vean Les indes galantes de Clément Cogitore si quieren saber de que les hablo y no tienen miedo a ver bailar música del XVII  ritmo de rap.

Gracias al elixir de la eterna juventud que supone el salto digital a una audiencia mundial, la otra noche fui testigo del estreno de Fausto. Se echó de menos el ambiente, los refrigerios de los entreactos... pero sobre todo los aplausos, las ovaciones y los bravos del público. Vendrán tiempos mejores.

Iñaki Gil. París. El Mundo, 24 de marzo de 2021

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