miércoles, 5 de mayo de 2021

El polémico bicentenario de la muerte de Napoleón, 2

"Ningún hombre de estado ha dejado una huella tan duradera. Aplicamos desde hace 217 años el código civil que regula el estatuto de los ciudadanos, de sus bienes y de las relaciones privadas entre personas. Este texto construyó una nueva sociedad basada en el individuo, a la inversa de la del Antiguo Régimen sustentado en los gremios y en la nobleza. Napoleón participó en 52 de las 103  sesiones del Consejo de Estado y llegó a redactar varios artículos", afirma Thierry Lentz, director de la Fundación Napoléón.

Autor de 46 libros sobre la época napoleónica, sostiene que el Código "sentó las bases de la sociedad liberal en la que vivimos". Y cita al Emperador diciendo en Santa Elena, donde murió ahora hace 200 años: "Mi gloria verdadera no es haber ganado 40 batallas. Waterloo borrará su recuerdo. Lo que nadie borrará y vivirá para siempre es mi código civil".

En GeoHistoria, Lentz menciona alguna de las instituciones fundadas por Bonaparte aún vigentes como el Consejo de Estado o el Banco de Francia. Debe sumarse el bachiller, la legión de honor, la organización de Francia en departamentos/provincias al frente de las cuales se sitúa el delegado del gobierno, el prefecto.

En este platillo de la balanza está la red de canales que trajeron agua limpia a París (antes se usaba la del Sena), monumentos como el de la iglesia de la Madeleine, o algo tan común para nosotros como que los inmuebles de una calle estén alineados y numerados, una idea del Antiguo Régimen  que Napoleón hizo realidad.

Jean Michel Blanquer, ministro de Educación, le pone música intelectual a esa lista: "Encarna su época, la del comienzo del positivismo, y su fe en el progreso. Fue un gran hombre de Estado en el terreno inmaterial (instituciones) y en el material (urbanismo). Napoleón es Descartes a caballo", concluye en eco del "espíritu del mundo a caballo" que exclamó Hegel.

Lentz no duda sobre el precio: "las libertades públicas. Napoleón sacrificó la libertad política aunque preservó la civil con la intuición de que los franceses apreciarían más la igualdad que la libertad". Es célebre el comentario de Madame de Staël sobre los realistas y republicanos deportados a las Seychelles, donde nunca llegaron: "Se les deportó verticalmente, derechos al fondo del mar".

"No hay libertades, cierto. Las Asambleas existen pero son figurantes. Napoleón resucita el modelo del déspota ilustrado: el decide todo... después de haberlo consultado (...) para la contestación no hay sitio; para la oposición, la policía", describe Patrick Gueniffey.

Autor de una biografía erudita de Bonaparte y de Napoleón y De Gaulle, dos héroes franceses, Gueniffey hila fino: "Un tirano puede tener un proyecto pero suele resumirse en su propia carrera y lo que emprende, desaparece con él. Si los grandes filósofos de las Luces  hubieran vivido en su tiempo le habrían aplaudido. Porque encarnaba todo lo que ellos soñaban: un poder autoritario  e ilustrado que reformara Francia desde arriba. Los franceses habían intentado, y fracasado, reformarla desde abajo en 1789. Napoleón es el último déspota de la Historia de Europa". El investigador se ve reflejado en la definición que acuñó Nietzsche, "síntesis de lo inhumano y lo sobrehumano"...

Iñaki Gil. París. El Mundo, 3 de mayo de 2021.

No hay comentarios:

Publicar un comentario