domingo, 30 de mayo de 2021

"El sentimiento de la paz es un lujo para poca gente"

Le Clézio

J.M.G. Le Clézio llega con su paraguas doblado, su gorra de parisiense provisional y su sobre todo antiguo. El escritor (Niza, 1940) se presenta, como si fuera un novato, ante la recepcionista de una de las grandes editoriales del mundo, Gallimard, en París, la misma en la que publica su amigo Mario Vargas Llosa. El autor, premio Nobel de Literatura en 2008, viene a ser entrevistado. No muestra prisa ni fastidio. Ante el periodista parece que tiene más tiempo que el que le queda, acaso porque, como el personaje constante de sus libros y sobre todo de este nuevo en español, Canción de infancia (Lumen), es aún un niño como el que, cuando tenía tres años, en 1943, empezó a conocer, en un pueblo de Niza, la tremenda potencia del mal y de la guerra. Sobre ella escribe para contar el odio, el hambre y la desolación.

P.- Vivió con su familia la violencia de la Segunda Guerra Mundial. Imágenes así se ven ahora en la televisión: niños escapan de la miseria y de la muerte, parece que no hay sufrimiento, sino imágenes. ¿Cómo vive este periodo del mundo?

R.- Si el mundo fuera perfecto no tendría necesidad de escribir libros como éste. Podría escribir, como Kant, para ilustrar mi felicidad de vivir, porque, aparte de que uno puede ver o leer, el mundo europeo es bastante pacífico, puedes salir de noche y no arriesgar la vida. En otras partes, también en EEUU, eso no es posible. Una vez estuve en Río Grande para ver los coyotes por la noche y de repente me vino la impresión de que estaba en un lugar peligroso, porque ese es un camino de la emigración del sur al norte, y es un enclave difícil para pasar la noche solo. En Europa tenemos sociedades civilizadas. Han experimentado las guerras y las tragedias desde hace tanto tiempo que hay una especie de sabiduría instintiva. Pero en otros países no sucede. Así que el mundo no es perfecto. Cada vez que hay noticias de guerra, de muertes en el mar, de inmigración, me viene este sentimiento de que soy un privilegiado. Ese sentimiento de la paz es un lujo para poca gente. La mayor parte de la humanidad vive en estado de guerra, de peligro, de venganza, de hambre, de miedo. Me viene la voluntad de expresarlo. Y por eso escribí este libro.

P.- Dice usted: "Conocí al mismo tiempo el verano y la muerte, la felicidad y la miseria"

R.- Mi memoria está compuesta de imágenes recibidas por los libros, las películas y también por lo que escuché a mi abuela. Ella era una cuentera, una hacedora de cuentos. Vivió una guerra de joven y la segunda cuando ya era una anciana. Así que me dio parte de su memoria. La otra memoria es personal, de sensaciones que me impactaron cuando tenía tres, cuatro años...

P.- Ese niño que es usted sigue viviendo. ¿Acaso por eso escribe aún recuerdos de la niñez?

R.- Quise escribir el libro porque también es muy raro que se encuentren textos en los que se hable de la guerra desde el punto de vista de los niños. Se habla desde el de los resistentes, de las mujeres que combatieron para sobrevivir, pero de los niños no hay mucho, porque ellos no saben que es una guerra. Pueden jugar a la guerra y eso hice con mi hermano después de las batallas, imaginando que teníamos armas. Pero los niños no entienden qué es una guerra, pertenecen a otro mundo para ellos... Hay países donde los niños pertenecen al guerra. En Palestina participan en la guerra...Y hay países como Ruanda y Nigeria donde verdaderamente pertenecen al ejército y participan en matanzas. Es muy difícil de entender cómo en nuestras sociedades tan civilizadas, los niños son muy protegidos y en otras pertenecen a la violencia y actúan en la violencia...

Juan Cruz. París. El País, lunes 24 de mayo de 2021 

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