Los peregrinos suben de nuevo a la aldea de O Cebreiro dos semanas después de que finalizase el estado de alarma y, con ello, el cierre de las fronteras entre comunidades. En el mensón Antón, con techo de pizarra y pegado a una palloza, Ana prepara las comidas para el mediodía sin nigún cliente aún en el bar. "Isto parecía unha vila fantasma ata hai días", dice. Ahora atiende ya a madrileños, catalanes y "algunha rapaza de Bélgica ou Holanda".
Juan arranca fuera su furgoneta con el logo de Jacotrans, una compañía que 2006 transporta mochilas y equipajes de los peregrinos a lo largo del Camino Francés hasta Fisterra. Es algo más pesimista que la tabernera: "Hace un año é
ramos cuatro y hoy estoy yo solo". El conductor se va de vuelta a Vega de Valcarce, en León, después de dejar solo diez mochilas en los hostales de la zona. En un año normal, antes de la pandemia, calcula que habría transportado unas 300. "En el 2020 tuvimos que poner dinero de nuestro bolsillo para seguir adelante", apunta Juan, que subsiste también conduciendo un taxi.
La pandemia provocó el peor arranque posible para el Xacobeo. La Oficina del Peregrino registra, por ahora, la llegada de 1.609 caminantes a Santiago en lo que va de año. La mayoría lo hicieron el mes pasado, cuando 1024 entraron en la plaza del Obradoiro a pesar de las restricciones de movilidad entre comunidades. Casi todos eran españoles (808), seguidos de alemanes (42) y estadounidenses (25). En el 2019, solo en abril entraron 31.722. De ahí que las expectattivas de José Luis, del hotel O Cebreiro, tampoco sean las mejores. Hoy espera cuatro huéspedes para las cinco habitaciones del hostal y apenas hubo un puñado de días en Navidades y en algún festivo en los que se cubrieron las plazas. "Nunca houbo nada parecido, a ocupación non ten nada que ver con outros anos", lamenta desde al barra. "Todo está supeditado a como evolucione o virus"...
Manuel Varela. La Voz de Galicia, domingo 23 de mayo de 2021
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