jueves, 13 de mayo de 2021

Las cuatro esquinas del corazón

Françoise Sagan

Todo resulta familiar, y a la vez un poco extraño, en la novela inédita de Françoise Sagan, Las cuatro esquinas del corazón, que Lumen acaba de editar en castellano dos años después del inmenso revuelo que levantó en Francia. Como tantas otras obras de la escritora de Buenos días, tristeza -el escandoloso superventas de 1954 que logró vender millones de ejemplares durante la posguerra francesa y convirtió a Sagan en una estrella literaria-, este libro desenterrado relata los entresijos de un triángulo amoroso entre burgueses algo decadentes. Ludovic, heredero de una adinerada familia de industriales, sale del coma tras un accidente de coche del que nadie creyó que se recuperaría (como el que Sagan. adicta a la velocidad y a otros excesos, sufrió al volante de un Aston Martin en 1957). Su mujer, Marie Laure, con quien reside en una mansión de provincias de aires góticos, preferiría que nunca hubiera despertado. Todo cambiará con la llegada de su madre, Fanny, una viuda "sin otros rasgos ni otra mirada que la del dolor", de la que el protagonista quedará prendado.

Esta historia de amor prohibida entre yerno y suegra, situada en algún lugar entre un filme de Claude Chabrol y la más frívola de las novelas rosas, recuerda a otro romance intergeneracional firmado por Sagan, Un poco de sol en el agua fría (1969), pero también a sus obras teatrales, con las que comparte el hecho de transcurrir en un interior irrespirable. Remite a aquel humor frío que destilaban las novelas que firmó en su mejor época, llena de observaciones tan precisas sobre la naturaleza humana que dolían como zarpazos. Eso no impide que el texto se venga abajo en una segunda mitad desvencijada, esbozada por Sagan poco antes de su muerte en 2004 por una embolia pulmonar, en un hospital de esa costa normanda y chic que convirtió en su pequeña patria, y donde terminó arruinada y consumida. 

En realidad la autora nunca terminó el texto en cuestión. Fue encontrado por el hijo de al escritora, el fotógrafo Denis Westhoff -fruto del breve matrimonio en los sesenta de Sagan, bisexual y siempre libérrima, con el modelo Robert Westhoff-, entre una montaña de carpetas, cuadernos y notas que dejó en herencia, en forma de fotocopia de un texto mecanografiado. "Entendí que era una novela inacabada, sin corregir, pese a que la copia estuviese deteriorada y llena de frases inconclusas", recuerda Westhoff que decidió completar algunos de esos huecos "por deducción lógica", siendo lo más fiel que pudo al estilo de su progenitora. Entregó entonces el manuscrito a las ediciones Plon a cambio de los derechos sobre tres novelas antiguas ya editadas, que Westhoff relanzará el próximo otoño con otro sello.

La sorpresa llegó al recibir la novela corregida  en la que encontró "demasiados retoques" respecto al original. "Quedé atónito por los cambios excesivos"... Hace dos años, cuando el libro se publicó en Francia, prefirió callar. Hoy se arrepiente de lo sucedido....

Álex Vicente. París. El País, miércoles 12 de mayo de 2021

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