"Nuestro espectáculo es el tiempo entre el delirio y el rodaje -explica Paiva a El Cultural, que ha contado con José Luis Raymond para la puesta en escena -, una zona invisible donde el pensamiento se enfrenta a la duda, el sueño y las consecuencias de ser terriblemente complejo . Al mismo tiempo, este Calígula es una oda a los cuerpos, los lenguajes y las culturas. Un desafío flagrante para cualquiera que insista en afirmar una norma". Teniendo en cuenta lo que el director califica como las "tres etapas" del texto de Camus, "el absurdo, la revuelta y la alegría", la autora de la adaptación vio y escuchó al elenco y pasó al proceso de tender puentes entre la diversidad física e intelectual de un equipo que se expresa en español, portugués y el lenguaje de los signos.
La humanidad y cercanía de Camus planea en toda la obra, donde además de la polisemia de Calígula, nos encontramos con referencias a títulos como La plaga, El mito de Sísifo, El hombre rebelde, Cartas a un amigo alemán o Los justos. "El autor parece decirnos que la sociedad sigue en conflicto consigo misma y que ese enfrentamiento dificulta la posibilidad de comprender al otro. El sentido de la vida que Calígula busca de forma desenfrenada es algo complejo de encontrar". Por ello, para Paiva, la mente humana es y será un enigma: "Nos alienamos con Camus en la necesidad de mantener el cuestionamiento y la revuelta, ese movimiento interior que da lugar al pensamiento y por lo tanto a la acción".
J.L. Rejas. El Cultural, 14-5-2021
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