sábado, 29 de mayo de 2021

París recupera "el arte de vivir a la francesa",

Era un momento para la alegría, una liberación tras el largo invierno pandémico y los más de 100.000 muertos, una inyección de optimismo para la ciudad de los cafés y los museos que, desde el cierre hace más de medio año de los cafés y de los museos, había perdido algo de su esencia. París fue ayer una ciudad con más alegría y ligereza de lo habitual, pero no fue una fiesta. 

El inicio de la reapertura, un proceso por etapas que debe terminar al final del próximo mes, quedó deslucido por los aguaceros y por la reticencia de muchos franceses de lanzar campanas al vuelo un año después del primer desconfinamiento. Si alguien esperaba una explosión de júbilo o una sensación de liberación colectiva tras meses de cierre, salió decepcionado.

La fiesta iba por barrios. En unos, medio vacíos los cafés sin un renombre especial o alejados  de las zonas más concurridas y algunos comercios cerrados definitivamente, daños colaterales de la crisis; en otros, colas, fotógrafos y cámaras ante los establecimientos  más célebres como Les Deux Magots y Flore, en el barrio de Saint-Germain-des-Près, frecuentados en los años cuarenta y cincuenta por Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre y sus amigos existencialistas.

"Los franceses se han visto privados de una forma de libertad  de convivialidad ", comentaba Patrick Roger, director general de la emisora Sud Radio, en Les Deux Magots. "Y ya sabe que en Francia nos gusta pasar el rato discutiendo, debatiendo en las terrazas. Se ha abierto una compuerta, ahora bien: no hay que olvidar que muchos restauradores han decidido no abrir: sus terrazas son pequeñas y no es rentable, o no tienen protección ante la lluvia. Hay un sentimiento mitigado". (...)

El culto a la terraza que, como decía Roger es el culto a la conversación, también lo es a las horas perdidas o de trabajo, a la convivencia con extraños, al "arte de vivir a la francesa", como proclamó el presidente Emmanuel Macron al anunciar, a finales de abril, un calendario para la reapertura en el que el 19 de mayo estaba marcado con el jour J , el día D, el principio del fin.

Macron se apresuró a demostrarlo, a primera hora de la mañana, con un vídeo en el aparece junto a su primer ministro, Jean Castex, en una terraza cercana del palacio del Elíseo, la sede presidencial. Fue el día de las fotos y los selfis en las redes sociales. No de personas inyectándose la vacuna -ya son 30,8 millones quienes han recibido al menos una dosis en Francia, un ritmo acelerado tras los titubeos iniciales- , sino de personas en la terraza, símbolo, tanto o más que la vacuna, de la liberación...

Marc Bassets, París. El País, jueves 20 de mayo de 2021 

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