domingo, 16 de mayo de 2021

Un instante eterno. Filosofía de la longevidad

Pascal Bruckner

Pascal Bruckner (París, 72 años) es visto en Francia, según a quien se pregunte, como uno de los últimos resistentes en la defensa de la Ilustración frente a los oscurantismos del siglo XXI o como un viejo dinosaurio que, por sus posiciones contra el nuevo feminismo o el antirracismo, está perdiendo el tren de la historia y se resiste a abandonar el escenario.

"Hay sitio en la Tierra para varias generaciones, para los muy jóvenes y los más viejos", advierte Bruckner en su angosto dúplex en el centro de París, mientras prepara las maletas para pasar unos días practicando esquí de fondo en los Alpes. "Moriremos un día, estén tranquilos, aunque no por eso se sentirán mejor".

Los miembros de su generación, la del llamado baby boom -nacidos durante la explosión demográfica posterior a la II Guerra Mundial- se jubilan y se instalan en la tercera edad. Bruckner, con 72 años y ningunas gans de dejar de escribir y de polemizar, reflexiona sobra esa etapa en Un instante eterno. Filosofía de la longevidad, publicado en castellano por Siruela, en traducción de Jenaro Talens. El libro es una reivindicación de la vejez, una edad que hoy se ha prolongado tanto que ya casi es una vida extra. Y Bruckner sostiene que no debe ser el tiempo de las renuncias sino de una existencia plena e intensa.

Los viejos siempre son los otros o mejor dicho la mirada de los otros, según el ensayista. El dice que se dio cuenta de que se hacía mayor el día que empezó a recibir publicidad de residencias de la tercera edad y folletos de funerarias. "Hasta los 65 uno todavía puede engañar a la gente y hacerse ilusiones", afirma...

Su filosofía del envejecimiento consiste en "renunciar a la renuncia" algo que choca con el problema de la enfermedad, de la salud, del crepúsculo. "Estamos programados desde la infancia", apunta, "para pensar que a partir de los 60 años es el abismo, las tinieblas. Pero llegamos y estamos en forma, nos sentimos aún en la piel de alguien de 30 0 40 años. Todos somos ciegos ante nuestro propio envejecimiento, y no entendemos porque debemos limitar nuestras actividades y quedarnos en casa. Hoy hemos empujado la vejez a los últimos meses antes de la muerte. Antes llegaba al final del verano y ahora,  en diciembre. El otoño de la vida puede ser totalmente extraordinario y feliz". 

Bruckner -padre de dos hijos, con dos nietos, y emparejado con una belga-somalí 25 años menor que él- dedica un capítulo de su libro al amor en la tercer edad. Cita como ejemplo de Emmanuel y Brigitte Macron, ella 24 años mayor que el presidente. "Sacuden los prejuicios", celebra el ensayista. "La gente ve que se puede amar a alguien de más edad, y que más allá de los 60 no hay un desierto sentimental ni erótico". Si la eternidad existe, está aquí, en la Tierra, según Bruckner. "La inmortalidad es ahora, en los instantes maravillosos que vivimos, en los momentos privilegiados con los demás, no vale la pena buscarla en el más allá. Porque como decía Kierkegaard, las grandes religiones son unas muy lucrativas agencias de transporte al más allá, pero nadie ha regresado para decirnos si el viaje valía la pena. 

La pandemia de covid-19 ha alterado sus perspectivas radiantes. A Bruckner, ya vacunado, se le han muerto amigos de más de 80 años. Él ha aprovechado estos meses. Los ha dedicado a escribir su último ensayo publicado en francés. Un coupable presque parfait. La construction du bouc émissaire blanc/ Un culpable casi perfecto. La construcción del chivo expiatorio blanco. Es un texto polémico, un alegato en contra de las nuevas corrientes antirracistas como el movimiento Black Lives Matter, y las feministas del Me Too que, en su opinión hacen del hombre blanco el culpable de los males del mundo...

Marc Bassets. París. El País,  martes 30 de marzo de 2021. 

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