jueves, 24 de junio de 2021

El laberinto de los signos

Lévi-Strauss
Regarder, écouter, lire es el título que cierra el volumen que la Pléiade dedica a Lévi-Strauss. De su ingente obra solo unos títulos tienen su lugar en la edición que podemos llamar clásicos. Y esto por voluntad propia. Ahí se encontrarán aquellos títulos que marcaron su viaje intelectual y son hitos de su pensamiento. Otros títulos que representarán su obra de etnólogo y antropólogo serán leídos en sus diversas ediciones, su lugar. Ahora se trata de sugerir un largo viaje que inaugura Tristes Tropiques y que se concluye con la reflexión sobre las Ciencias Sociales de quien se considera un "humaniste modeste". De una forma libre, dando cuenta a título de síntesis de largos años de probada observación, anota: "Proust compone la sonata de Vinteuil y su célebre frase a partir de impresiones experimentadas escuchando a Schubert, Waegner, Franck, Saint-Saëns y Fauré. Cuando describe la pintura de Elstir, nunca se sabe si está pensando en Manet, Monet o en Platinir. Existe la misma incertidumbre en cuanto a la identidad de los escritores concentrados en la persona de Bergotte".

Música, pintura, literatura se presentan como construcciones en las que se superponen momentos y lugares, escrituras varias recogidas en la memoria que no solo archiva sino que orienta la composición. No en vano su fidelidad a Proust trasciende la parte emotiva de las ausencias sino que igualmente remite al trabajo por restaurar el tiempo de las cosas y acontecimientos, aquel tiempo que como sombra acompaña la vida tan poco cronológica. Desde un extraño regard eloigné discurría su obra en los diferentes sistemas que Tristes Tropiques  habían ya señalado. Y la lección inaugural en el Collège de France, uno de sus textos fundamentales, nos introducirá no sin polémica en el universo de órdenes y clasificaciones que orientan las formas mentales de los pueblos que se hallan en la base del inmenso trabajo de Mythologies y que recogen 113 relatos que cifran, en su conjunto, la historia más variada jamás contada. En el juego del aparecer y desaparecer se va iluminando la lógica de procesos culturales irrepetibles que dan cuenta de la historia humana.

Recuerdo la fuerte impresión que tuve al asistir por primera vez a su seminario en el Collège de France en 1981. De una forma socrática y al mismo tiempo desafiante venía a decir que lo más importante en la investigación etnográfica era "atreverse a construir relaciones, asociaciones entre los elementos observados". En efecto, en los sistemas etnológicos que Lévi-Strauss identifica observamos en su análisis una lógica con la que reconstruye el orden de las estructuras y desde ahí su correlación con las formas de vida y la cultura. Para ello es necesario recorrer el largo viaje que va de lo sensible a lo inteligible, siguiendo un camino de relaciones e inferencias que dará lugar a la configuración de un sentido. La mirada puede detenerse en un tatuaje o en el rostro de un joven caduveo o en el ritmo de una danza borobó. Lo que importa, dice Lévi-Strauss, es llegar a la comprensión de aquellos signos que esconden su verdad como en el caso de la piel del joven caduveo, teñida de azul, sobre la que se recortan entre geometrías y arabescos los principios sociales de jerarquía y reprocidad. Aparecen así nuevos niveles de significado que dan lugar a un relato que la antropología sostiene con su ejercicio, iluminando desde los signos la verdadera historia humana... 

Francisco Jarauta. Babelia. El País, sábado 5 de junio de 2021. 

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