domingo, 27 de junio de 2021

Milan Kundera, un clásico en la sombra

Milan Kundera

Milan Kundera vive en el centro de París, en uno de los barrios de la ciudad, y quizá del mundo, con más concentración de periodistas, editores y personas vinculadas al mundo de las letras. A los 92 años, su salud se ha deteriorado, pero hasta no hace tanto hacía vida social. Se dejaba ver en la calle y en restaurantes, y cultivaba un círculo de amigos y conocidos amplio. 

El autor de La broma, La insoportable levedad del ser y otras novelas y ensayos que son clásicos de la literatura contemporánea (publicadas por Tusquets en castellano) lo tenía todo para estar bajo los focos en la Rive Gauche parisiense, donde reside desde hace décadas con su inseparable Vera. Y, sin embargo, ha conseguido durante años y años escapar a la exposición pública. Hay pocas fotos recientes de él. Mantiene un control férreo sobre sus obras publicadas y traducidas. Su biografía la resume en dos frases: "Milan Kundera nació en Checoslovaquia. En 1975 se instala en Francia. El resto no importa: cuentan los textos. No da entrevistas ni asiste a actos con cámaras y fotógrafos.

Tampoco acudió el jueves a la embajada de Francia en Praga, cuando fue galardonado con el prestigioso premio Franz Kafka, que antes habían merecido Philip Roth, Margaret Atwood, Peter Handke y Eduardo Mendoza, entre otros. Recibió el premio, en nombre del escritor, la traductora de su obra francesa al checo, Anna Kareninova.

Un cuarteto interpretó obras de Pavel Haas, maestro de composición del joven Kundera en su ciudad natal, Brno, y muerto en Auschwitz en 1944, Haas era el padre de su primera esposa, Olga Haas, "borrada de la novela oficial", escribe la periodista francesa Ariane Chemin en Á la recherche de Milan Kundera/En busca de Milan Kundera, uno de los libros recientes que indagan en la vida del autor que siempre consideró que su biografía no tenía ningún interés.

La ceremonia no podía ser más kunderiana. Ahí estaba su idolatrado Kafka, "el menos comprendido de todos los grandes escritores del siglo pasado", que, como escribió, "mezcla lo grave y lo ligero, lo cómico y lo triste, el sentido y lo sinsentido". Ahí estaba la ausencia de Kundera, uno de los últimos gigantes vivos de las letras del siglo XX, un clásico huidizo. Y ahí, también, su compleja relación con el país natal -entonces Checoslovaquia, ahora República Checa, en sus novelas Bohemia y Moldavia-, una relación algo más distendida aunque no del todo apaciguada. 

La nostalgia impregna las últimas páginas del libro de Ariane Chemin, basado en una serie de reportajes publicados en Le Monde. "En su espíritu", escribe, los Kundera están en Brno, en Moravia", aunque sigan en París.

"Los recuerdos vuelven, quizá es la nostalgia, un movimiento natural al envejecer", dice el ensayista Christian Salmon. Antes de ser el autor de celebrados libros como Storytelling y El arte de fabricar historias y formatear las mentes (editorial Península), Salmon fue la mano derecha de  Kundera en el legendario seminario de literatura que en los años ochenta impartió la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, y es un buen amigo de la familia. 

El momento para la reconciliación podría ser propicio, después de décadas de desencuentros. El régimen comunista prohibió sus libros, lo expulsó del partido y le espió después de la Primavera de Praga, en 1968. Ayudados por sus amigos intelectuales franceses,  Milan y Vera se marcharon a Francia, primero a Rennes, en Bretaña y después en la capital...

Marc Bassets. París. El País, sábado 12 de junio de 2021 

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