miércoles, 9 de junio de 2021

Disfrutar de la naturaleza a través del Camino

Los Caminos de Santiago recorren territorios muy variados, desde las Rías Altas hasta las montañas de Lugo, desde la península en donde el cabo Finisterre invade el Atlántico hasta la llanura de La Limia (famosa, por cierto, por sus patatas, que por razone claras no podían ni conocer los peregrinos medievales: las patatas vinieron de América y los europeos no llegamos a América, de la mano de Cristóbal Colon, hasta 1492). Y algunos de esos espacios disfrutan de una protección especial, catalogada en la Red Natura 2000. Pero en todo caso, el paisaje en Galicia es uno de los más espléndidos del mundo

Uno de ellos es la desembocadura del río Lambre, una vez dejado atrás el Miño, en el Camino Inglés, que tiene un gran interés desde el punto de vista ornitológico: por allí pasan cientos, miles de aves. Otro es, también un río, pero en la punta contraria del país, el Támega. Y esto último requiere una explicación. 

Existía  un Camino de Santiago secundario que transcurría y transcurre por el interior de Portugal, lleno de viejas montañas y sin grandes alturas. Es una ruta reconocida como oficial, que conste. La ciudad más fácil de encontrar en un mapa es Chaves, muy cerca de la frontera con la provincia orensana. 

Y por ahí, caminando en paralelo al río Támega, transcurre esa ruta jacobea.  O sea, va hacia el norte para unirse al Camino del Sureste. ¿Dónde exactamente? Pues es curioso, porque llega a Verín, y lo lógico sería pensar que justo ahí. Y en efecto, muchos peregrinos hacían eso, y giraban al oeste, hacia Xinzo de Limia y a la hoy turística Allariz.

Pero otros peregrinos continúan rectos por el precios valle del Támega  y su magnífico bosque de ribera, para llegar a Laza y encontrar en esa localidad -muy famosa por su carnaval- el otro desvío del Camino del Sureste, la llamada históricamente  Vereda Vieja.

Aquellos que prefieren el largo Camino del Sureste -sobre todo los que eligen ir por Verín y Allariz- van a cruzar el río Arnoya, que es una maravilla botánica y fáunica, igual que los que eligen el del Norte pasan a la altura de la lucense Villalba por una complicada red de ríos y pequeñas lagunas que también están incluidas en la Red Natura

Claro que hay más espacios dignos de ser apuntados. Por ejemplo,  la ensenada de San Simón, que ven en toda su grandeza los que recorren el Camino Portugués. La divisan cuando descienden hacia Arcade. Les quedan a la vista también dos islotes llamados Las Alvedosas, antes con vacas pastando, ahora sin vida animal de gran tamaño... 

Cristóbal Ramírez. La Voz de Galicia, miércoles 26 de mayo

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