sábado, 19 de junio de 2021

Los misterios sumergidos de Cosquer

Pinturas de la gruta sumergida de Cosquer

A veces, lo que parece un trazo tosco, a veces, esconde muchas más complicaciones que la más refinada de las técnicas pictóricas. Es lo que sucede con la creación de réplicas de cuevas prehistóricas para que el público pueda acceder a esas misteriosas obras del pasado sin poner en riesgo su conservación. El taller en las afueras de Toulouse donde se reproducen las pinturas rupestres de la gruta sumergida de Cosquer, cuya réplica se inaugurará en Marsella el año que viene, es una muestra de la gran complejidad que implica un proyecto así, de los que existen solo contados precedentes en el mundo, como los de Lascaux, también en Francia, o Altamira en España. Materias primas usadas hace decenas de miles de años se entremezclan en estas oficinas donde reina un caos controlado con las últimas tecnologías creadas por el ser humano. Todo ello con un único fin: conseguir que el ciudadano del siglo XXI vea, y sobre todo sienta lo que su ancestro el Homo sapiens veía y sentía cuando, hace unos 30.000 años, se vio impelido a tratar su mundo en las paredes de oscuras y húmedas cavernas. 

Algunos en su equipo lo llaman "mago". Sonriente, Gilles Tosello dice que prefiere considerarse un "artista de las cavernas". De las fuertes pero delicadas manos de este licenciado en artes gráficas y doctor en prehistoria, francés de 64 años han salido facsímiles como el famoso panel de los leones de la cueva de Chauvet, cuyas espectaculares pinturas originales fueron hechas poco después de la llegada del Homo sapiens al continente europeo, hace unos 36.000 años. Su nuevo proyecto es, si cabe, más desafiante aún: reproducir junto a un reducido equipo, las más de 500 pinturas y grabados de Cosquer, donde se han establecido al menos dos periodos, hace 33.000 y hace 19.000 años.

Tosello lleva ya varios meses reproduciendo bisontes o caballos, como ya hizo en Chauvet. Pero también se enfrenta ahora con el reto de hacer de "copista" de representaciones rupestres mucho más inusuales, como los pingüinos, focas y hasta medusas que decoran la gruta original de Cosquer, parcialmente sumergida -la subida del nivel del agua por el cambio climático amenaza su futuro- y de acceso casi imposible, donde también se hallan huellas de manos y hasta representaciones de símbolos sexuales. (...)

La gruta situada en la calanque / cala de Triperie, cerca de Cassis, al este de Marsella, fue descubierta por casualidad por el buceador profesional Henri Cosquer en 1985 pero no lo declaró hasta seis años después. Su acceso es casi imposible: la entrada está a casi 37 metros de profundidad en el mar y para llegar hasta ella hay que atravesar un angosto túnel submarino de 175 metros. "La gran dificultad para reproducir la cueva es que no podemos ir a verla, así que nos hacia falta un modelo, explica Laurent Delbos, jefe de la misión Cosquer  de la sociedad Kléber Rossillon, encargada de gestionar la réplica por mandato del Gobierno de la región Sur-Provenza-Alpes-Costa Azul que cofinancia el proyecto de 23 millones...

Silvia Ayuso. El País, domingo 6 de junio de 2021


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