lunes, 28 de junio de 2021

Envidia sana: del triunfo y su soledad

Intentando encontrar algo digerible me acerco a la comedia francesa Envidia sana. Ya sé que abunda ese género en el cine francés. Pero generalmente no consigo reírme  con la mayoría de ellas. Esta la dirige Daniel Cohen, autor de una comedia que se me atragantó: El chef: la receta de la felicidad . Y en Envidia sana todo me invita en los 15 minutos iniciales a salir corriendo del cine. Hay una secuencia interminable que el autor debe considerar el colmo de la originalidad, la brillantez y la gracia, en la que dos parejas de amigos discuten, hasta poder provocar el ataque de nervios de los espectadores, sobre si quieren y deben tomar postre después de cenar en un restaurante. Y lamentas que el productor de la película o alguna persona sensata no haya aconsejado a Cohen: acorta o elimina esta secuencia, porque no hay dios que la aguante. 

A partir de ahí la cosa mejora levemente, incluso tiene momentos ingeniosos. El tema se presta a la perversión, a reflexiones  nada amables sobre la condición humana. Habla del éxito y de las patéticas consecuencias que este puede tener en relación con los que se consideraban íntimos amigos, de algo tan mezquino como humano llamado envidia. El cuarteto lo forman una señora dicharachera e insoportable; su muy bobo marido, que cambia de aficiones todas las semanas tratando de encontrarse a sí mismo y otorgar belleza y sentido a su anodina existencia; otro tipo convencido de que  su trabajo en el aluminio es la profesión más necesaria de la tierra, y su esposa, dependiente en una boutique y aguda observadora de las personas y las cosas. Cuando esta consigue  imprimir en un libro lo que siente y este se convierte en un admirado best-seller, estalla la armonía que tenía con sus amigos y con su marido. Ninguno le perdona el inesperado y masivo triunfo, todos se creen más capacitados que ella para haber logrado el reconocimiento social y profesional, el dinero y la fama que le proporcionan. La conclusión es desoladora. Lo de estaremos juntos en la dicha y en la adversidad que proclama el sagrado matrimonio puede reducirse en este caso al "te abandonaremos si alcanzas tus sueños y los nuestros fracasan.

Tengo mis manías en cuanto a actores y actrices. Envidia sana la protagoniza Vincent Cassel, una estrella del cine francés y también con prestigioso recorrido internacional. No dudo que posea talento, personalidad y magnetismo. Tampoco de que tengan idénticos dones, interpretes como Joaquin Phoenix, Isabelle Huppert, Cassey Afleck, Tilda Swinton, Colin Farrell y unos cuantos más que reciben todo tipo de premios y el fervor de incondicionales fans. Simplemente no me caen bien. Y hay otros a los que siempre me gusta verlos y escucharlos, incluso en sus películas más decepcionantes. Sí me atrae Bérénice Bejo, la deliciosa protagonista  de The Artist, que aquí interpreta a la triunfadora que se quedó solita, sin comerlo ni beberlo, debido a la envidia de sus seres más cercanos. No me divierto excesivamente con esta película, pero tampoco tengo nada contra ella, a excepción de su insufrible arranque.

Carlos Boyero. El País, viernes 25 de junio de 2021

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