jueves, 10 de junio de 2021

Emmanuel Carrère, Premio Princesa de Asturias de las Letras

Emmanuel Carrère

El cine y la tele, el surrealismo, la espiritualidad, el periodismo, la fascinación por la Unión Soviética, los trastornos psicológicos la tendencia al narcisismo, la literatura de género, la melancolía de la clase media, el surrealismo, el síndrome de Peter Pan, la cultura gore, la autoficción, las actitudes adversativas... Si mezcláramos todas esas ideas en un solo escritor, el retrato robot se parecería mucho al del autor francés Emmanuel Carrère. Si las empleásemos para caracterizar una época, funcionarían bien para identificar las dos primeras décadas del siglo XXI. Esta mañana el jurado de los Premios Princesa de Asturias ha elegido a Carrère para su categoría de las Letras. 

En realidad, la carrera del escritor empezó mucho antes, en los años 80. Carrère, nacido en 1958, hijo de Hélène Carrère (insigne historiadora del socialismo) y vecino de la banlieue/ periferia burguesa del oeste de París, llegó a la literatura desde la crítica cinematográfica. Por eso, su primera novela, L'amie de Jaguar ( 1983, inédita en español ) suena casi a los libros de Manuel Puig, a una mezcla de melodrama hollywoodiense y absurdo surrealista.

Por ese hilo del surrealismo, es fácil llegar hasta  El bigote (1986), la primera obra bien difundida de Carrère. El bigote es un texto muy breve y, a la vez, es muy amplio. Un hombre se afeita un día su bigote y su idea de sí mismo se derrumba, como si hubiera despertado en el cuerpo de una cucaracha. La paranoia, la depresión y la alienación son los temas de una novela que, vista a distancia, parece remitir a los libros casi contemporáneos suyos de David Foster Wallace.

Aquel Carrère de ficción pura, casi teatral, ya llamaba la atención, aunque aún no había encontrado la personalidad por la que hoy le conocemos. Una semana en la nieve (1995) era aún una novela casi pura, oscura pero bonita, más o menos convencional. En sus páginas, un niño de nueve años, un poco deprimido por el descubrimiento de las mezquindaes del sus padres, viaja a la nieve, hace algunos amigos a medias encantadores y a medias siniestros, y se cruza con un crimen.

El núcleo duro llegó ya en el siglo XXI, en dos libros que en parte son paralelos y, en parte, se explican por oposición el uno al otro. El adversario (2009) y Limonov (2011) se parecen en la medida que son dos crónicas periodísticas /novelescas dedicadas a dos hombres escalofriantes: Jean Claude Romand (El adversario) y Edward Limónov (Limónov).

El primero fue un farsante, un hombre que se presentó ante el mundo como médico y como ejecutivo, que vivió suntuosamente gracias a sus engaños, que rumió en solitario el final de su farsa  y que, al no saber muy bien como salir  de su atolladero, mató en 1993 a su mujer, sus dos hijos y sus padres. En su momento, El adversario se leyó en paralelo a A sangre fría de Capote por la ambigüa barrera entre la crónica de los hechos probados  y la especulación literaria. Con el tiempo, el libro de Carrère parece más relacionado con la sensación de pánico de la cultura de clase media en Europa.

Limónov es algo parecido pero, a la vez, es un libro más ambicioso. La voz y la experiencia del narrador está más presente  y la personalidad del protagonista es más contradictoria que la de Romand. Al principio, Limónov se presentaba como un émulo de David Bowie en una ciudad de provincias de Ucrania: era tierno y un poco ridículo. Después cruzaba al mundo capitalista  y se convertía en vagabundo, un chapero y un superviviente que convertía su aventura en un par de libros admirables. A estas alturas Limonov era un personaje transgresor y casi heroico. En su tercera vida, Limónov aparecía alistado en el ejército de la República Serbia de Bosnia, bombardeando Sarajevo. Y, en la cuarta, convertido en un líder de la oposición más under contra Vladimir Putin. Tan under, que era a la vez fascista y comunista. ¿Qué hacer con un personaje así?

En la duda estaba el encanto del libro.

Hay más calles paralelas en al obra de Carrère. Una novela rusa y De vidas ajenas son textos biográficos que se esconden bajo la forma de la novela y de la colección de semblanzas. Una novela rusa (2008), escrita en los años dorados de la autoficción, es un libro especialmente interesante: empieza como un relato costumbrista en las amables calles de Neuilly-sur-Seine y después gira hasta convertirse en un quiz en la historia familiar y en una sátira sexual sobre su propia vida, sobre sus propios genitales.

Ese último hilo lleva hasta los últimos libros de Carrère. Yoga trata de la pelea del escritor con sus trastornos de la personalidad ( electrochoques incluidos), de sus agarraderas a la vida a través la espiritualidad. El escritor, un hombre duro y arrollador, muestra ahora sus fragilidades.

El jurado del Premio estuvo presidido por Santiago Muñoz Machado (...) El acta del jurado ha destacado la "obra personalísima" de Carrère, "generadora de un nuevo espacio de expresión que borra las fronteras entre la realidad y la ficción. Sus libros contribuyen al desenmascaramiento de la condición humana y diseccionan la realidad de manera implacable. Carrère dibuja un retrato incisivo de la sociedad actual y ha ejercido una notable influencia en la literatura de nuestro tiempo, además de mostrar un fuerte compromiso con la escritura como vocación inseparable".

Luis Alemany. El Mundo, 9 de junio de 2021

 

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