jueves, 5 de mayo de 2022

Marguerite Duras en La Virreina de Barcelona

Marguerite Duras

Marguerite Duras (Gia Dinh, Vietnam, 1914-París, 1996) escribió a los 70 años estas palabras sobre su "rostro devastado". Ahora comprendo que muy joven, a los 15 años, tenía ese rostro premonitorio del que se me puso luego con el alcohol, la mitad de mi vida. El alcohol suplió la función que no tuvo Dios, también tuvo la de matarme, la de matar. Ese rostro del alcohol llegó antes que el alcohol. El alcohol lo confirmó", puede leerse en El amante, la novela autobiográfica que publicaría en 1984. Un texto corto donde desvelaba una relación secreta a sus 15 años con un comerciante chino de 26 y narraba la crudeza de crecer a la sombra de una madre que se gastó los ahorros de toda una vida para hacerse terrateniente sin éxito en la antigua Indochina. "Allí no había nada peor que ser blanca y pobre", diría después de aquella infancia de penurias.

Ese libro consiguió el prestigioso premio Goncourt que no pudo darle tres décadas antes Un dique contra el Pacífico (1950), otro escrito biográfico sobre el "vampirismo colonial" de los franceses instalados en el sudeste asiático. Migrantes con la esperanza de convertirse en nuevos ricos, obsesos de blanquitud hasta en la vestimenta y asqueados por las costumbres locales -la palabra asco se repite prodigiosamente en este texto-, que "habían convertido a la perla del imperio en un burdel mágico, el espectáculo de su propia presencia".  En aquella ocasión Un dique contra el Pacífico fue rechazado por la organización del premio. "Supongo que en 1950 era demasiado comunista para el jurado del Goncourt", dice mientras apura uno de sus eternos cigarrillos, en una entrevista que se puede ver en la retrospectiva que le dedica el centro La Virreina de Barcelona hasta el 2 de octubre. Ese apunte incisivo, totalmente Duras, no es causal. En 1950 también fue expulsada del partido comunista francés, en el que militaba desde 1943. La echaron según consta en el informe de la secretaría de la Federación del Sena, por "ninfómana, arrogante y de moral ligera".

"Más que reivindicar a Marguerite Duras, proponemos leer su trayectoria más allá de los clichés que la describen como una escritora del deseo, que es un epíteto ciertamente pusilánime", aclara Valentí Roma, director del centro y comisario de la muestra sobre una desgastada etiqueta que se ha quedado corta para definir a una autora total. La retrospectiva, la primera de este calibre en España, atiende a todo el trabajo durasiano en relación al cine, la teoría visual o la dramaturgia. Con 56 libros firmados (entre novelas, recopilaciones y obras de teatro) y 19 películas, además de una decena de guiones y una interesante participación en el formato televisivo, la exposición de la Virreina también recoge joyas prácticamente desconocidas o poco accesibles al gran público. Como la riña que mantiene con Jean-Luc Godard en un encuentro televisado en 1987 o sus entrevistas en el programa Dim Dam Dom, un magacín televisivo francés  dirigido al público femenino entre 1965 y 1973 en el que se dejaron ver desde Françoise Hardy a Jane Birkin o Romy Schneider...

"Su biografía es un índice de los métodos punitivos aplicados a las mujeres intelectuales, porque todo lo que en Duras parece un tremendo escándalo no es sino lo que nunca se le permitió durante décadas", apunta el comisario sobre las barreras que transgredió la autora. Lo hizo políticamente, ya fuese desenmascarando al colonialismo francés ("toda la basura colonial soy yo, nací y crecí allí", repetiría una y otra vez ); como miembro activo del Grupo de la rue de Saint-Benoît, que montó con su marido, Robert Antelme, junto a Edgar Morin, Jorge Semprún, François Mitterrand o Dionys Mascolo; fundando el Comité de Acción de Estudiantes y Escritores durante la ocupación de la Sorbona en mayo del 68 o siendo detenida por protestar por la muerte de un trabajador maliense  en Auberviellers...

Noelia Ramírez. Barcelona. El País, viernes 15 de abril de 2022

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