Arde Notre Dame nació como un encargo pero Annaud la ha hecho suya. Más popular entre el público que entre la crítica, el cineasta pidió por internet grabaciones de aquel día. "Al final recibimos más de 6.000 vídeos y fotos, que nos sirvieron para completar la narración. A finales del 19 me contactaron para hacer un documental. Leí toda la información y me sorprendió el cúmulo de despropósitos que se acumularon en el arranque del fuego, y las heroicidades de las horas posteriores. Parecía escrito por guionistas de Hollywood, de puro inverosímil. Así que rechacé la propuesta porque yo quería reconstruir aquella lucha entre el ser humano y el fuego, aunque desde la ficción. Asu disposición, 30 millones de euros, con los que, además de filmar en la esplanada enfrente de la auténtica Notre Dame, ha rodado en templos como el de Saint-Denis, la primera catedral gótica del mundo y construida con la misma piedra caliza de Notre Dame, Amiens y Bourges. En un gran plató reconstruyó los interiores y las llamas: la temperatura alcanzó los 1.200 grados (los trajes de los bomberos soportan hasta 700 grados) en el "bosque", el armazón del siglo XIII en el que ardieron 1.300 vigas de roble. En esa explicación de la concatenación de desdichas, errores nacidos de la desidia y una falta de previsión Annaud encadena sus mejores momentos en un filme al que la crítica francesa ha sacado los colores por su endeble guion y su falta de ritmo y de calidad interpretativa, procedente de un reparto de actores poco conocidos. Algo necesario según el director, para que la acción gane en credibilidad, para que el público entienda que lo inverosímil es real.
Annaud rinde homenaje a los bomberos, a sus acciones valerosas para lograr enfriar el edificio sin que se derrumbara por el peso del andamio desde el que se realizaban reparaciones aquellos días o cedieran las paredes de la nave central. También se salvaron los tesoros artísticos y sus reliquias. "El ser humano vive preso de una certeza: es imposible que ocurran hechos terribles... hasta que pasan. Y eso es tremendo. Pensamos que ese edificio es eterno y, por tanto, nadie se prepara ante una posible contingencia. Lo mismo pasa ahora : no imaginábamos que nuestros antiguos amigos rusos podrían invadir un país, hasta que ha ocurrido", reflexiona. La creencia humana no acepta que pasen hechos dolorosos. Es un tema que he tratado poco en mi cine y que me hubiera gustado tratar más".
Gregorio Belinchón. Madrid. El País, jueves 21 de abril de 2022
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