lunes, 2 de mayo de 2022

Notre Dame arde en la gran pantalla

Cuando el 15 de abril de 2019 comenzó un incendio arrasador en la catedral de Notre Dame de París, el monumento más visitado  de la historia, el mundo casi al completo contuvo el aliento y sufrió por una de las joyas mundiales de la arquitectura. Casi al completo, porque uno de sus vecinos, a menos de 150 metros, no estaba en su casa. El cineasta Jean-Jacques Annaud (Juvisy-sur-Orge, 78 años) pasaba tres días en la región de Vendée, en la costa Atlántica, en un edificio con la televisión rota. "Por la noche encendí la televisión porque quería escuchar un discurso que iba a dar Macron y entonces me enteré de la tragedia", cuenta en Madrid poco después de que se cumpla el tercer aniversario de aquella catástrofe. "Conozco la iglesia al dedillo, me la sé de memoria porque hasta de crío grabé en su interior con mi primera cámara", recuerda el director de El nombre de la rosa, Siete años en el Tibet o Enemigo a las puertas, que ahora estrena en España Arde Notre Dame, su recreación de las 12 horas en las que las llamas casi acaban con la catedral parisiense.

Arde Notre Dame nació como un encargo pero Annaud la ha hecho suya. Más popular entre el público que entre la crítica, el cineasta pidió por internet grabaciones de aquel día. "Al final recibimos más de 6.000 vídeos y fotos, que nos sirvieron para completar la narración. A finales del 19 me contactaron para hacer un documental. Leí toda la información y me sorprendió el cúmulo de despropósitos que se acumularon en el arranque del fuego, y las heroicidades de las horas posteriores. Parecía escrito por guionistas de Hollywood, de puro inverosímil. Así que rechacé la propuesta porque yo quería reconstruir aquella lucha entre el ser humano y el fuego, aunque desde la ficción. Asu disposición, 30 millones de euros, con los que, además de filmar en la esplanada enfrente de la auténtica Notre Dame, ha rodado en templos como el de Saint-Denis, la primera catedral gótica del mundo y construida con la misma piedra caliza de Notre Dame, Amiens y Bourges. En un gran plató reconstruyó los interiores y las llamas: la temperatura alcanzó los 1.200 grados (los trajes de los bomberos soportan hasta 700 grados) en el "bosque", el armazón del siglo XIII en el que ardieron 1.300 vigas de roble. En esa explicación de la concatenación de desdichas, errores nacidos de la desidia y una falta de previsión Annaud encadena sus mejores momentos en un filme al que la crítica francesa ha sacado los colores por su endeble guion y su falta de ritmo y de calidad interpretativa, procedente de un reparto de actores poco conocidos. Algo necesario según el director, para que la acción gane en credibilidad, para que el público entienda que lo inverosímil es real.

Annaud rinde homenaje a los bomberos, a sus acciones valerosas para lograr enfriar el edificio sin que se derrumbara por el peso del andamio desde el que se realizaban reparaciones aquellos días o cedieran las paredes de la nave central. También se salvaron los tesoros artísticos y sus reliquias. "El ser humano vive preso de una certeza: es imposible que ocurran hechos terribles... hasta que pasan. Y eso es tremendo. Pensamos que ese edificio es eterno y, por tanto, nadie se prepara ante una posible contingencia. Lo mismo pasa ahora : no imaginábamos que nuestros antiguos amigos rusos podrían invadir un país, hasta que ha ocurrido", reflexiona. La creencia humana no acepta que pasen hechos dolorosos. Es un tema que he tratado poco en mi cine y que me hubiera gustado tratar más".

Gregorio Belinchón. Madrid. El País, jueves 21 de abril de 2022 

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