Picasso y Jacqueline |
Muerta Olga, Picasso tardó seis años en casarse con Jacqueline. Corría 1961. Tres años después Gilot escribió Vida con Picasso. Vendió más de un millón de ejemplares. El dinero fue para Claude y Paloma. Pero Picasso les retiró la palabra. Ya no les habló más. Sin embargo, en los diferentes museos Picasso -el de Antibes o el de París-, esos niños todavía juegan con Maya, se abrazan, juegan con su padre en la arena. Todo eso también ocurrió. Está muy documentado. Mucho más que las disputas, los desprecios y las ansiedades.
Pablo Picasso está enterrado en un castillo. Él, que retrató prostitutas, convivió con la cabra Esmeralda y vivió con austeridad, compró el Château de Vauvenargues en 1958. Buscaba silencio. Lo encontró en las huellas de su admirado Cézanne y el monte que no se cansó de retratar. Telefoneó a Daniel- Henry Kahnweiler, que era su marchante desde 1912, y anunció: - Me he comprado la Sainte-Victoire.-Felicidades. ¿Cual? -respondió Kahnweiler -La de verdad.
¿Quién se compra un castillo para abandonarlo dos años después? Picasso fue el artista más caro de la segunda parte del siglo XX. Se hizo traer los lienzos que almacenaban los bancos parisienses y las esculturas de bronce. En la que iba a ser su última residencia, Picasso retrató a Jacqueline de Vauvenargues. Pero, nobleza obliga, el frío y la soledad se tornaron peores que el asedio de los periodistas...Tal vez porque, aunque lo llaman la Provenza Verde, el clima de montaña es menos cálido, Picasso buscó de nuevo una casa. Su última morada está de vuelta en Cannes, en Mougins. Escondida junto a la capilla de Notre-Dame-de-Vie. De piedra, con arcos y una larga piscina, la vivienda es sencilla y lujosa: 25 habitaciones, bodega para 5.000 botellas, 33.000 metros cuadrados de un jardín hoy descuidado...Allí vivió Picasso su última década. Allí murio, el 8 de abril de 1973. Y allí quiso quedarse, en ese jardín descuidado. Como no fue posible, está enterrado donde no quiso vivir, en el castillo de Vauvenargues...
Mediterráneo en Antibes, apasionado por la cerámica en Vallauris, poderoso en La Californie, festivo en Arlés, recogido en Mougins, incorregible en Aviñón y solitario en Vauvenargues, La Costa Azul retrata a Picasso tanto como lo celebra o lo ha olvidado. Su ruta tiene hoy una desigual presencia del pintor que aflora donde hay mar, calor y fiesta, y desaparece donde impera la tranquilidad y el silencio.
Anatxu Zabalbeascoa. El País Semanal, domingo 29 de octubre de 2022.
No hay comentarios:
Publicar un comentario