sábado, 19 de noviembre de 2022

El Viaje Francés de Pablo Picasso, 3

Picasso y Jacqueline

Una mañana apareció Jacqueline, callada y discreta, en el taller Madoura. Abandonada por su padre cuando tenía tres años y criada en una estrecha portería de los Campos Elíseos, se había casado a los 19 años para irse a África. Tuvo una hija, Catherine Hutin. Pero, separada, Suzanne Ramié le dio trabajo. Picasso tenía 72 años, ella 26. Él dibujó una paloma con tiza en su casa. Y puso en marcha el mecanismo del cortejo: una rosa diaria hasta que comenzó a vivir con ella. Y entonces, claro, llegó la mudanza. Con 15 habitaciones y amplísimos jardines, La Californie en Cannes, es tal vez la vivienda más conocida del pintor. Allí aparece bailando con Jacqueline, pintando, recibiendo a la flor y nata del mundo del arte en calzoncillos. Casi siempre con un pincel. Siempre con un cigarrillo en la mano en las fotografías de David Douglas Duncan. La fiesta duró hasta que Picasso decidió que necesitaba más silencio y trató de encerrarse en el castillo de Vauvenargues. Marina Picasso, la hija de Paulo, vendió La Californie en 2017. Hoy se llama Pavillon de Flore.

Muerta Olga, Picasso tardó seis años en casarse con Jacqueline. Corría 1961. Tres años después Gilot escribió Vida con Picasso. Vendió más de un millón de ejemplares. El dinero fue para Claude y Paloma. Pero Picasso les retiró la palabra. Ya no les habló más. Sin embargo, en los diferentes museos Picasso -el de Antibes o el de París-, esos niños todavía juegan con Maya, se abrazan, juegan con su padre en la arena. Todo eso también ocurrió. Está muy documentado. Mucho más que las disputas, los desprecios y las ansiedades.

Pablo Picasso está enterrado en un castillo. Él, que retrató prostitutas, convivió con la cabra Esmeralda y vivió con austeridad, compró el Château de Vauvenargues en 1958. Buscaba silencio. Lo encontró en las huellas de su admirado Cézanne y el monte que no se cansó de retratar. Telefoneó a Daniel- Henry Kahnweiler, que era su marchante desde 1912, y anunció: - Me he comprado la Sainte-Victoire.-Felicidades. ¿Cual? -respondió Kahnweiler -La de verdad.

¿Quién se compra un castillo para abandonarlo dos años después? Picasso fue el artista más caro de la segunda parte del siglo XX. Se hizo traer los lienzos que almacenaban los bancos parisienses y las esculturas de bronce. En la que iba a ser su última residencia, Picasso retrató a Jacqueline de Vauvenargues. Pero, nobleza obliga, el frío y la soledad se tornaron peores que el asedio de los periodistas...Tal vez porque, aunque lo llaman la Provenza Verde, el clima de montaña es menos cálido, Picasso buscó de nuevo una casa. Su última morada está de vuelta en Cannes, en Mougins. Escondida junto a la capilla de Notre-Dame-de-Vie. De piedra, con arcos y una larga piscina, la vivienda es sencilla y lujosa: 25 habitaciones, bodega para 5.000 botellas, 33.000 metros cuadrados de un jardín hoy descuidado...Allí vivió Picasso su última década. Allí murio, el 8 de abril de 1973. Y allí quiso quedarse, en ese jardín descuidado. Como no fue posible, está enterrado donde no quiso vivir, en el castillo de Vauvenargues...

Mediterráneo en Antibes, apasionado por la cerámica en Vallauris, poderoso en La Californie, festivo en Arlés, recogido en Mougins, incorregible en Aviñón y solitario en Vauvenargues, La Costa Azul retrata a Picasso tanto como lo celebra o lo ha olvidado. Su ruta tiene hoy una desigual presencia del pintor que aflora donde hay mar, calor y fiesta, y desaparece donde impera la tranquilidad y el silencio.

Anatxu Zabalbeascoa. El País Semanal, domingo 29 de octubre de 2022.

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