Entre lo mejor del año. En el 2020, Martin Verfondern, nacido alemán pero nacionalizado holandés, despareció de Santoalla, aldea ourensana de Petín, adonde había llegado con su pareja 16 años antes. Comenzaron amigos de su vecinos, los Rodríguez, hasta que asomaron las eólicas con sus jugosas ofertas y pusieron la guinda a un menú dramático que llevaba años cocinándose a fuego lento. El propio Verfondern lo definió como "terrorismo rural" (grababa y fotografiaba las incidencias, y parte de ese material se usó en el documental Santoalla (2016), de los norteamericanos Andrew Becker y Daniel Mehrer), y bien que se ajusta al muy notable film de Sorogoyen.
Paremos el relato real para evitar spoiler, porque As bestas adquiere dimensión cinematográfica propia y avanza in crescendo.
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Luis Zahera en As bestas |
Destacable registro de Luis Zahera en una madurez dramática digna de elogio, ayudado por lo agradecido de su personaje, el hermano mayor de los pirados que hunden sus raíces en la mejor tradición de la España profunda, aunque algunos diálogos en su boca parezcan, por momentos, los de un fulano de coco bien amueblado, que tiene muy claro su lugar en el mundo, ese "somos unha merda" que espeta en algún momento. Otro tanto el francés Denis Ménochet, que protagoniza junto a Zahera un diálogo en plano-secuencia que supone un punto álgido en la trama. Por parte de Sorogoyen es de agradecer su calculada contención, evitando derrapar con concesiones fáciles al espectáculo. Logra hacer creíbles los ambientes y un buen trabajo de arte. La inclusión de diálogos en gallego, reflejando esa suerte de bilingüismo armónico que se habla por aquella zona limítrofe con Zamora, ayuda a la verosimilitud. Desconfianza hacia el desconocido y xenofobia, en fin, otros mimbres que robustecen el resultado.
Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, sábado 12 de noviembre.
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