miércoles, 2 de noviembre de 2022

Ocho siglos en la catedral de Santiago sin ser escuchados

Composición gráfica de Prado-Vilar de la mano de la imagen
 de un cantor del coro representando la nota "ut"

Desapareció en 1604, pero sigue dando noticias. Noticias y notas musicales. Tal y como estas se llamaban entonces: ut, re, mi, fa, sol, la. El coro de piedra del Maestro Mateo -la obra cumbre junto con el Pórtico de la Gloria, del artista en la Catedral de Santiago- se situaba en la nave central cerca del altar y fue demolido porque ya no se adaptaba a los gustos y a la nueva liturgia de la Iglesia. A partir de ahí, sus bellos escombros del siglo XII corrieron suertes muy distintas. Algunas esculturas fueron reutilizadas, descontextualizadas, en fachadas, fuentes o cruceiros de la comarca, mientras que las más desafortunadas fueron tragadas por la propia catedral como material de relleno en obras posteriores. Al año siguiente de su destrucción, un testigo del desmontaje, el historiador Mauro Castellá, lamentaba la decisión del arzobispado: "Se ha deshecho el más lindo coro antiguo que había en España". El museo de la basílica gallega exhibe una hipótesis de lo que fue aquel coro en una reconstrucción parcial de 1999 (17 de los 72 sitiales), y las rehabilitaciones del templo emprendidas en los últimos años sacaron a la luz numerosos fragmentos que dieron nuevas pistas sobre la apariencia que pudo tener este conjunto.

Pero uno de los descubrimientos más revolucionarios podría ser el que acaba de sacar a la luz el historiador Francisco Prado Vilar, fruto, tal y como él lo dice, de "años de observación", comparación y consulta con musicólogos de varios países. Según esta teoría, el enigmático Maestro Mateo se habría adelantado varios siglos a las primeras representaciones artísticas hasta ahora conocidas de la llamada mano guidoniana, un método musical de aprendizaje y guía que aparece en manuscritos medievales y que identificaba los tonos y semitonos de la escala con distintos puntos de la palma izquierda. Aunque no se conservan todas las figuras, en el coro románico de Santiago parecen representarse varias manos guidonianas: en los niños cantores y su chantre o maestro, labrados en granito y hoy dispersos. Llevan señalando notas en silencio desde hace más de ocho centurias.

Los resultados de la investigación han sido publicados en la revista Románico Digital (Fundación Santa María la Real) en el artículo Ángeles en Compostela: la melodía figurada de los niños del coro del maestro Mateo. Prado-Vilar estuvo implicado en los estudios para la restauración del Pórtico, incluso en la identificación de las canteras que surtían al taller del Maestro Mateo, y en la actualidad es investigador distinguido de la Universidad de Santiago en el Grupo Síncrisis y en el CISPAC (Centro de Investigación Interuniversitario das Paisaxes Atlánticas Culturais).

El descubrimiento vendría a confirmar la obsesión del artista que dirigió las obras más grandiosas de la catedral en el siglo XII por representar fielmente la música. O dicho de otra forma: hacer que la piedra sonase. Lo logró con los ancianos del Apocalipsis del Pórtico, que tañen instrumentos de piedra (organistrum, salterios, fidulas, arpas, laúdes) tan realistas que sirvieron de modelo a los luthieres para su reconstrucción en madera en los años noventa. Y también lo consiguió, defiende Prado-Vilar, con los mucho más desconocidos niños cantores.

Algunos de estos infantes han llegado amputados al siglo XXI, pero en otros es posible adivinar la nota musical que expresan con los gestos de su mano izquierda. Mientras tanto, con la derecha "sostienen cartelas con los títulos" de las composiciones litúrgicas que van a entonar...

Hoy los cantores están desperdigados, o destruidos, seis de ellos fueron incrustados en la fachada de Platerías de la propia catedral y los demás, integrados en la reconstrucción del coro. "Pero fotografías anteriores nos permiten verlos todavía libres en una variedad de combinaciones que son especialmente sugerentes para reconstruir el significado de su programa iconográfico y empezar a calibrar su importancia para la historia del arte y la musicología", escribe Pardo-Vilar. En todas estas instantáneas, "desde la más antigua, tomada en 1932", los niños aparecen "acompañados por una misteriosa figura que señala enfáticamente con el dedo índice de su mano derecha la palma de su mano izquierda, convertida, por su tamaño y centralidad, en el foco de atención"...

Silvia R. Pontevedra. El País, sábado, 29 de octubre de 2022.

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