"Yo no era adolescente como estos personajes, sino adulta cuando se estrenó Le Loft, y me fascinó cómo fabricaban la realidad, vi todos los programas. Salió cuando yo terminaba Días sin hambre y tenía la idea de escribir algo en torno al programa. Esa tensión entre verdad y ficción es algo que recorre todos mis libros", explicaba la autora el viernes en el Instituto Francés de Madrid. De Vigan alta y reservada, lleva unas gafas de montura retro moderna y viste una camisa vaquera. Cabe recordar una frase teñida de ironía que incluye en su nuevo libro, "hasta en los dramas más terribles las apariencias cuentan", pero en esta entrevista poco hay de dramática y esta autora está bien curtida an lo que a encuentros con periodistas se refiere...
La fama, el ansia de exhibición de la vida propia, o el delirio al abocan las redes sociales que llevan a confundir la realidad y la ficción, son algunos de los temas que aborda en la trama de Los reyes de la casa, un libro en el que De Vigan retoma temas clásicos en su repertorio como el espinoso asunto de las familias y las relaciones materno-filiales o la delgada diferencia que separa la cordura de la demencia. "Las consecuencias de la fama es uno de los temas del libro, sí", responde escueta. ¿Cómo explica que los lectores a menudo busquen el rastro de la realidad en las novelas, pero los consumidores de telerrealidad eluden conocer la vida real fuera de las cámaras de los protagonistas de esos programas? "Todo esto forma parte de nuestro voyerismo, Pero en la televisión, además, se produce ese espejismo que hace que la gente quiera pensar que lo que ve es real", asegura De Vigan, que compara con sorna en la novela la salida de los concursantes del programa con la noche electoral de la victoria de Chirac. "El campo político está infectado de la gramática de la telerrealidad. Esa forma de grabar y narrar ha irrumpido y conquistado la información política, y crea dramaturgia donde no la hay", subraya.
Más allá de la desesperada búsqueda de la fama y la exposición pública de la intimidad que consume al personaje de Mélanie en su nueva novela, cómo ha manejado eso De Vigan en su carrera? "La fama de un escritor hoy no es la de una estrella de las redes. En Francia los escritores son más bien discretos y yo he sido prudente en mi exposición mediática fuera de la promoción de los libros. He tenido que responder a algunas preguntas incómodas, pero, engeneral, no me arrepiento de lo que he escrito". explicaba. "Hay muchas cosas que no he contado en mis libros y no pongo al mismo nivel lo que cuelgan en las redes quienes exhiben su vida con lo que yo he hecho, porque he intentado hacer literatura con ello y tener un alcance universal"...
La autoficción, que ha atestado las librería en los últimos años, ¿es un camino agotado? "En Europa siento que todo tipo de corrientes literarias conviven y no hay una dominante. Yo en mis libros ha tratado de liberarme de etiquetas y con cada novela he buscado un contrapunto respecto del anterior, porque lo que me interesa es abolir las fronteras entre los géneros, por ejemplo, fundir la autoficción y el thriller psicológico en Basada en hechos reales". ¿Tiene hoy más libertad las escritoras que los hombres para describir determinadas situaciones o personajes? "Más bien creo que empezamos a tener la misma libertad porque se ha logrado salir de la mal llamada literatura femenina", afirma. Desde su admirada Marguerite Yourcenar hasta Colette, abundan los ejemplos de escritoras que rebasaron el estereotipo de los libros de mujeres, pero De Vigan subraya que esa categoría seguía vigente en el imaginario colectivo.
En Los reyes de la casa, Vigan parte de la resolución del secuestro de una niña para abordar una reflexión más amplia y proyectarse al futuro, en busca de las secuelas que dejará esa sobre exposición en las redes. "La investigación policial es un pretexto para indagar en nuestra época. Esos códigos y normas de la novela policíaca me guían y la vez los sobrepaso", apunta. "Me interesaba ese afán de reconocimiento de Mélanie que surge de carencias íntimas y familiares, pero también de un mandato social, y cómo fabrica un imperio con la exposición de sus hijos, pensando que lo hace por el bien de ellos". Con el reconocimiento de sus seguidores y los likes trata de paliar otras carencias afectivas. ¿Hay algo de eso en el impulso de escribir, con los libros se busca afecto? "Escribo para intentar entender, no lo hago para que me quieran, aunque me gusta la idea de lo que escribo despierte este sentimiento. Delante de la página, eso sí, me olvido de que alguien lo vaya a leer".
Andrea Aguilar. Madrid. El País, domingo 13 de noviembre de 2022.
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