P.- En su libro menciona que el coeficiente intelectual de los niños de hoy, es menor que el de las generaciones pasadas. ¿Qué está pasando?
R.- Así es. El coeficiente intelectual depende de varios factores, entre ellos, el sistema escolar y la situación económica. La reducción de este indicativo la observamos, particularmente, en países del norte de Europa como Dinamarca y Suecia, que llevan estudiándolo mucho tiempo. Su sistema escolar y la riqueza de as personas han sido estables durante decenios: son una buena muestra de lo que ocurre. Al mirar los datos de estos países, vemos que hay una bajada muy significativa del coeficiente intelectual, y entre las razones que lo explican está el uso de las pantallas. No es la única lógicamente. Pero cuando miras la evidencia acerca de su abuso obtienes una perspectiva sobre todas las variables determinantes para el desarrollo intelectual de una persona.
P. Pero este indicador tiene su parte de genética, ¿no?
R.- Claro, pero realmente se desarrolla más con lo que el niño esté haciendo con su cerebro. Es decir, hay una parte genética, pero es más importante la interacción que tenga esa persona con su entorno. Por ejemplo, el lenguaje es un factor crítico. Ahora, es obvio que las pantallas tienen un impacto en el subdesarrollo de la expresión, también tienen un efecto perjudicial en la atención, en las funciones cognitivas, en las funciones ejecutivas, en el sueño, en la memorización o en la madurez del cerebro respecto a actividades físicas. De hecho, no es sorprendente que el coeficiente intelectual esté bajando. El milagro sería que no lo hiciese.
P.- Vayamos con el título de su libro, La fábrica de cretinos digitales. Es provocador. En alguna ocasión ha comentado que eligió estas palabras porque quería hablar claro. ¿Son los niños de hoy en día más necios a raíz del abuso de las pantallas?
R.- Depende de lo que consideres cretino o necio. Tiene menos capacidad de lenguaje, son menos humanos, diría, porque han perdido muchas cosas que nos caracterizan, como la empatía. Hay estudios que dicen que han perdido la habilidad para pensar en el mundo, para procesar información, para concentrarse en algo. Tienen más obstáculos para entender el mundo. Por ejemplo, hay investigaciones que muestran que los niños presentan dificultades con el lenguaje, con la observación común y, sin embargo, son mejores en competencias digitales. Saben comprar cosas por internet, son mejores a la hora de planificar un cumpleaños o de motivarse. Creo que vamos hacia un mundo en el que habrá una parte de los niños que serán capaces de participar en la sociedad, con conocimientos del pasado, con un buen lenguaje y con capacidad de entender lo que los rodea. Y en cambio, habrá otra fracción de niños, la mayoría, que estarán privados de estas habilidades. La diferencia está entre mirar una pantalla y leer un libro. No todos los comportamientos tiene el mismo efecto sobre el cerebro. Este órgano no se puede moldear a través de los ojos. Hay una serie de hitos que los niños tienen que cumplir, especialmente en la infancia, Cuando esta etapa pasa se vuelve muy complicado (...)
P.- ¿Y qué necesita el cerebro de un niño para estar saludable, estimulado?
R.- Varias cosas. Las relaciones sociales, interactuar, es fundamental. Es decir, hablar o ver a un humano a través de una pantalla no es lo mismo que verlo en persona. El cerebro no funciona de la misma forma. Necesita descanso, lenguaje y actividad física. Mucha gente piensa que el cerebro se adapta, lo cual es cierto. Pero decir que se adapta a las pantallas es como decir que se adapta cuando subes a lo alto de una montaña. Claro, hace todo lo que puede por funcionar, pero lo está haciendo por debajo de su capacidad.
L. Cancela. La voz de Galicia, lunes 7 de diciembre de 2022.
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