sábado, 8 de abril de 2023

El esplendor histórico de Occitania

Perpiñán. "Centro del mundo"

Si viajamos por el sur de Francia la primera parada obligada es Perpiñán, antigua capital del Reino de Mallorca, cuya estación del tren fue descrita por Salvador Dalí  como "el centro del mundo". Pasear por sus calles de origen medieval permite descubrir joyas arquitectónicas como el Palacio de los Reyes de Mallorca o la puerta de ladrillo rojo de Le Castillet, vestigio de las murallas que en su día  rodearon la ciudad. Tras el paseo lo mejor es acercarse a las bulliciosas terrazas  de la Place de la Republique y disfrutar de la comida casera que ofrecen los bistrós del casco antiguo.

Narbona. Legado romano

Narbona, ciudad portuaria fundada por los romanos, es ideal para recorrer a pie, en bicicleta o incluso en barco, a través del Canal de la Robine, antiguo paso  del río Aude. Los restos de la calzada romana de Via Domitia, que fueron lugar de encuentro de comerciantes, están hoy repletos de terrazas. Además, el Palacio Museo de los Arzobispos o la Catedral de Saint-Just y Saint-Pasteur confirman su importancia durante la época medieval.

Béziers. Viaje a la Edad Media

También Béziers evoca momentos claves del pasado, como la Cruzada Albigense, que tuvo aquí uno de sus episodios más cruentos de asedio contra los cátaros. Destacan el puente medieval que cruza el río Orb, con la catedral de Saint-Nazaire al fondo, y las nueve esclusas de Fonserannes, la obra más emblemática del Canal du Midi (declarado Patrimonio de la Humanidad en 1996), cuyo creador Pierre-Paul Riquet era nativo de la ciudad.

Adge. "La perla negra" del Mediterráneo

Es nna antigua ciudad de origen griego con 26 siglos de historia. En ella convive el pasado arquitectónico de la Catedral  de Saint-Étienne con la belleza de las playas como la de Richelieu o La Tamarissière.

Sète. La Venecia francesa

Sète, conocida como la "Venecia del Languedoc", también merece una visita para descubrir sus canales en los que tienen lugar las llamadas "justas" a bordo de unas barcazas, explorar la laguna de Thau, famosa por su actividad ostrícola, o subir al Monte Saint-Clair.

Nimes. El templo romano mejor conservado.

Nimes, también llamado la Roma francesa, atesora monumentos excepcionales como el anfiteatro Las Arenas o La Maison Carrée, el único templo romano que se conserva íntegramente.

Montpellier. Belleza y tradición

Montpellier, por su parte, es una animada ciudad universitaria, que fue uno de los grandes centros de sabiduría del Medievo. Merece la pena recorrer las callejuelas del casco antiguo, conocido como L'Écusson, por su forma de escudo, o sentarse a tomar algo en la Plaza de la Comédie, que marca la intersección entre la vieja ciudad  y Antigone, neópolis mediterránea que proyectó Ricardo Bofill en los años setenta.

Enric Ros. Explore France. La Vanguardia, 21-7-2022

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