domingo, 16 de abril de 2023

"Cuando me miro al espejo me doy miedo"

Michel Houellebecq pasa por un bache existencial y lo cuenta así, sin medias tintas. "Voy muy mal, sí", asegura el escritor francés a El País. "Siento rabia y me apetece hacer daño a quien me persigue, pero no puede ser. Y siento vergüenza, no solo por pudor, sino porque me han tomado el pelo". El motivo de la crisis es la película experimental Kirac 27, del artista neerlandés Stefan Ruitenbeek, miembro del colectivo Kirac, en la que Houellebecq (La Reunión, 67 años) supuestamente aparece manteniendo relaciones sexuales.

El autor de Serotonina y Aniquilación ha intentado en los tribunales frenar su difusión. Sin éxito. El martes, un tribunal de Amsterdam dio vía libre a Ruitenbeek después de que unas semanas antes otro en París hiciese lo mismo. Hay un contrato de por medio y hay unos adultos consistentes que se dejaron filmar, pero el actor principal se considera engañado por Ruitenbeek. Y en estos momentos se encuentra en su apartamento en París sin ánimos para salir y aún mucho menos para dejarse fotografiar. Y dice no saber qué hacer.

P.- ¿Va a recurrir la decisión del tribunal holandés?

R.- Por ahora no lo sé. En mi opinión, mis posibilidades de éxito son casi nulas.

P.- ¿Qué hará si se difunde?

R,- Mire, en un primer tiempo, nada. No lo sé.

p.- ¿Le angustia que la película pueda ser vista por todo el mundo?

R.- Sí, mucho. No me apetece aparecer en esa película contra mi voluntad, es muy desagradable.

Houellebcq habla en voz baja y despacio, en tono monocorde. Deja largos silencios antes de contestar. Piensa las respuestas.

"Efectivamente, fui muy estúpido", dice en un momento de la conversación, que se desarrolló por teléfono ayer a primera hora de la tarde. Y recuerda que en noviembre mantuvo en París un encuentro sexual en el que participó junto a su esposa, Quiantun Lysis Li y la neerlandesa Jini van Rooijen.

La secuencia la filmó Ruitenbeek. Debía alimentar la cuenta de Van Rooijen en la plataforma de contenido adulto OnlyFans. Pero Houellebecq dice que finalmente prefirió que no se emitiese. Y aún menos que Ritenbeek la utilizase para el proyecto fílmico que a finales de diciembre iban a poner en marcha en Amsterdam y por el que firmaron un contrato del que ahora Houellebecq reniega.

Más tarde se rodó otra secuencia con Houellebecq besándose con una mujer en una cama de hotel, momento que aparece en un tráiler de la película. Unos días después, el escritor y el cineasta empezaron las disputas. "Sí, indiscutiblemente fui ingenuo", reconoce. "No soy el único, de hecho. Sucede con los contratos de seguro, que la gente firma sin leer realmente. Mi agente, porque tengo un agente, hizo las cuentas y me ha hecho firmar desde que nos conocemos unos 400 contratos. Me he acostumbrado a confiar, a firmar sin leer".

P.- ¿Siente pudor al pensar que quizá se difundirá y muchas personas le verán en una situación muy íntima?

R.- Siento, aunque con mucha menos fuerza, más o menos lo que sienten las mujeres violadas. Tengo la impresión  de que mi cuerpo no me pertenece. Tengo la impresión de sentir vergüenza también. Y la tercera cosa es una desconfianza y una falta de interés por las relaciones sexuales ahora. Es penoso.

P.- ¿Desde este episodio?

R.- Sí, desde este episodio no tengo relaciones sexuales en absoluto.

P.- ¿A causa de esto?

R,- Se ha instalado en mí una desconfianza,

P.- ¿Miedo al sexo?

R.- Sí... La idea de que hay algo peligroso, de que hay que desconfiar.

La conversación deriva en un terreno íntimo, delicado. Houellebcq es un escritor de estos que escribe y opina sin red. Sus escenas de sexo son marca de la casa. El pudor no es precisamente lo suyo, aunque casi siempre lo ha contado en clave ficticia. Esta vez no. Cuando le preguntamos si puede especificar a queé se refiere con la falta de confianza, responde: "Simplemente, es que no se me levanta. No sé... Creo que las mujeres violadas tampoco logran acostarse con sus maridos"...

Houellebecq quiere escribir un libro sobre el episodio con la película neerlandesa, es su proyecto inmediato: "Cambiaré el nombre de las personas, excepto yo, lo escribiré en primera persona. Pienso que, más o menos, es la única cosa que yo sepa hacer que pueda hacerme bien, ayudándome a destruir el recuerdo". Explica que en estos momentos lee la novela Babbit, de Sinclair Lewis. Y, cuando se le pregunta si lee literatura española, cita a Javier Cercas. "Y otro cuyo nombre no recuerdo, hace libros bastante oscuros... ¿No hay alguien que se llama Antonio Muñoz Molina?. Entre sus contemporáneos franceses elogia a Emmanuel Carrère. "La literatura francesa no va nada mal en estos momentos", dice. Los tres Nobel en quince años dan fe de ello. "Sí", asiente, "Modiano no está nada mal".

P.- ¿Y Annie Ernaux? No tuvo palabras amables para usted tras ganar el Nobel.

R.- Para ser honesto, no la he leído, realmente. No diré nada malo de ella porque no la conozco bien.

P.- ¿Sueña usted con el Nobel?

R,- Tengo muy pocas posibilidades porque ha habido bastantes franceses que lo han obtenido estos tiempos.

P.- Se dice que también por razones ideológicas.

R.- Sí, puede tener un factor. Y hay otra cosa: en Francia no soy uno de los autores favoritos de las universidades, hay más tesis sobre Annie Ernaux que sobre mí. No creo que el jurado del Nobel tenga tiempo de leerlo todo. Deben de preseleccionar con el número de trabajos universitarios dedicados a un autor, supongo que eso afecta.

P.- Se le considera un escritor reaccionario. ¿Le molesta? ¿Es una etiqueta justa? ¿Injusta?

R,- No pienso que sea fundamentalmente justa, porque para ser reaccionario no basta con considerar que, en algunos aspectos, la sociedad era mejor antes. También hay que decirse que podemos volver atrás, y yo no creo en ello. Tiendo a pensar que jamás se vuelve atrás. Todos los movimientos históricos tiene algo de irreversible. Así que para tener ganas de volver atrás hay que imaginarse que es posible,  y yo no me imagino esto...

Marc Bassets.París. El País, sábado 1 de abril de 2023.

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