Miriam Cahn. (Keystone/ Christian Charisius) |
El partido de Marine Le Pen, Reagrupamiento Nacional, y seis asociaciones contra la violencia infantil llevaron a la pintora suiza ante el Tribunal Administrativo de París. Exigían censurar esa obra y prohibir la muestra a menores de 18 años. La justicia francesa falló la semana pasada a favor de la artista y consideró la denuncia sin fundamento. Cahn ha preferido no hacer declaraciones, aunque a través del museo ha manifestado su acuerdo en incluir una explicación junto a la obra en cuestión: "Es la guerra de Ucrania y es la matanza de Bucha". La exposición sigue abierta hasta el 14 de mayo.
Su padre, un próspero anticuario, le ayudó a desarrollar sus intereses artísticos pagándole los estudios de artes gráficas. Activa partícipe de los movimientos feministas y antinucleares, sus primeras obras fueron grandes dibujos con carbón en las paredes y vías del tren. Sus trazos acompañados de proclamas los ejecutaba por la noche, a la carrera. En 1979 fue arrestada por unos murales con los que protestaba contra la construcción de un puente en Basilea.
Alta , robusta y muy parca de palabras, su mirada es tan desconfiada que parece advertir que no se fía de nadie. Una ligera cojera recuerda el accidente sufrido cuando conducía en coche a su refugio de Bergell, un idílico valle alpino que comunica el cantón de los Grisones con Italia. En ese singular edificio con forma de búnker, construido por Armando Ruinelli, vive y trabaja la artista, consciente de que es una privilegiada que no se puede desentender de ningún drama. Lo que Cahn pinta, dibuja o filma no se toca ni se manipula. Sus temas tienen que ver con las tragedias y conflictos contemporáneos, un material demasiado sensible como para que ella permita intervenciones por pequeñas que sean. Son, además, asuntos que están presentes en su biografía: el Holocausto, la huida, el terror, la discriminación por ser extranjero, el suicidio de su hermana pequeña, el abuso por ser mujer y las guerras. Siempre las guerras.
Su obra no es fácil de contemplar. En la primera exploración, sus composiciones llaman la atención por la sorprendente mezcla de colores y rostros con cuencas vacías. Pero esos llamativos malvas, rosas, verdes o naranjas cargados de brillos retratan situaciones que hielan el corazón. Es lo que ella busca desde hace cinco décadas: describir el horror sin paliativos...
Ángeles García. Ideas. El País, domingo 9 de abril de 2023.
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