miércoles, 19 de abril de 2023

La artista enfurecida

    Miriam Cahn. (Keystone/ Christian Charisius)

Miriam Cahn (Basilea, Suiza,1949) está acostumbrada a las broncas y a las polémicas desde sus comienzos como artista. La hija mayor de una culta familia judía alemana que en 1933 tuvo que refugiarse en Suiza huyendo del terror nazi creció alimentada por la necesidad de rebelarse. La última escandalera ideológica la ha protagonizado en París, en el Palais de Tokyo. En febrero se inauguró una amplia retrospectiva con un contenido en línea en la exposición que realizó en 2019 en el Museo Reina Sofía de Madrid, pero con una serie extra dedicada a la guerra de Ucrania. Uno de los cuadros se titula Fuck Abstraction. Representa a un hombre que obliga a una víctima maniatada a practicarle una felación, junto a otra silueta arrodillada a la que sostiene por la cabeza.

El partido de Marine Le Pen, Reagrupamiento Nacional, y seis asociaciones contra la violencia infantil llevaron a la pintora suiza ante el Tribunal Administrativo de París. Exigían censurar esa obra y prohibir la muestra a menores de 18 años. La justicia francesa falló la semana pasada a favor de la artista y consideró la denuncia sin fundamento. Cahn ha preferido no hacer declaraciones, aunque a través del museo ha manifestado su acuerdo en incluir una explicación junto a la obra en cuestión: "Es la guerra de Ucrania y es la matanza de Bucha". La exposición sigue abierta hasta el 14 de mayo.

Su padre, un próspero anticuario, le ayudó a desarrollar sus intereses artísticos pagándole los estudios de artes gráficas. Activa partícipe de los movimientos feministas y antinucleares, sus primeras obras fueron grandes dibujos con carbón en las paredes y vías del tren. Sus trazos acompañados de proclamas los ejecutaba por la noche, a la carrera. En 1979 fue arrestada por unos murales con los que protestaba contra la construcción de un puente en Basilea.

Alta , robusta y muy parca de palabras, su mirada es tan desconfiada que parece advertir que no se fía de nadie. Una ligera cojera recuerda el accidente sufrido cuando conducía en coche a su refugio de Bergell, un idílico valle alpino que comunica el cantón de los Grisones con Italia. En ese singular edificio con forma de búnker, construido por Armando Ruinelli, vive y trabaja la artista, consciente de que es una privilegiada que no se puede desentender de ningún drama. Lo que Cahn pinta, dibuja o filma no se toca ni se manipula. Sus temas tienen que ver con las tragedias y conflictos contemporáneos, un material demasiado sensible como para que ella permita intervenciones  por pequeñas que sean. Son, además, asuntos que están presentes en su biografía: el Holocausto, la huida, el terror, la discriminación por ser extranjero, el suicidio de su hermana pequeña, el abuso por ser mujer y las guerras. Siempre las guerras.

Su obra no es fácil de contemplar. En la primera exploración, sus composiciones  llaman la atención por la sorprendente mezcla de colores y rostros con cuencas vacías. Pero esos llamativos malvas, rosas, verdes o naranjas cargados de brillos retratan situaciones que hielan el corazón. Es lo que ella busca desde hace cinco décadas: describir el horror sin paliativos...

Ángeles García. Ideas. El País, domingo 9 de abril de 2023.

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