jueves, 20 de abril de 2023

El estilo es la trama

Colette

Colette es, como Jean Cocteau, una autora muy mencionada y muy poco leía. Lo de Cocteau ya lo vaticinó Maurice Sachs, el siniestro bibliotecario de Gabriel Chanel, cuando escribió en sus memorias que en el futuro muy pocos lo leerían, a pesar de lo influyente que fue en vida. Colette también perteneció a aquel principio del siglo XX en que la vanguardia era cosa de machos y ella revestía la inteligencia aplastante de sus novelas con una personalidad mundana, un poco frívola. Hace poco he leído El trigo verde y La gata y me han dejado patidifuso, igual que me pasó hace años con La ingenua libertina, la historia de una niña bien que se fuga con una banda de criminales. Son novelas atrevidas, gamberras y perfectas. En La gata, un joven matrimonio se tambalea por culpa de Saha, una felina al que el protagonista tiene más cariño que a su esposa. En esta novela sobre la frustración sexual, el estilismo es parte de la trama: ambos son tan jóvenes, tan guapos y bien vestidos que es imposible que entre ellos salten chispas. Y la autora describe con detalle los tejidos, los papeles pintados, las cortinas y las sombras de ojos. Cosa lógica, si tenemos en cuenta que, además de la escritura, a Colette la moda y la cosmética le parecían cuestiones muy serias. Solía aparecer en público ataviada con traje masculino o atuendo odalisca, porque también trabajó como actriz. Y durante años tuvo un salón propio de belleza que la tuvo viajando a lo largo y ancho de Francia para maquillar a sus clientas y vender sus productos. Hoy este proyecto se considers un precedente de las marcas de famosos, ese negocio en el que estrellas del cine o de la música dan su nombre a perfumes y líneas de maquillaje. Colette adelantada a su tiempo era consciente de lo bien que sonaba su nombre. No se equivocaba. Antes de haberla leído, yo ya babía conocido a una gata llamada Colette y había peregrinado hasta Colette, la tienda parisiense que congregó la vanguardia del gusto durante las dos primeras décadas del siglo XXI. La tienda se llamaba así en honor de su fundadora, Colette Roussaux, pero era imposible desligarla de la magia que evocaba el nombre de aquella literata que, como recordaba Milena Busquets en Instagram, "se casó tres veces. amó a mujeres, fue la primera presidenta mujer de la Académie Goncourt y la primera mujer en recibir un funeral de estado en Francia". Busquets , por cierto, recordaba en su post que Colette escribía en un papel azul empolvado que adquiría en la papelería Gaubert. El diablo está en los detalles y el genio también.

Carlos Primo. Icon. El País, 7-4-2023

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