A. Alaïa en una imagen del documental de O. Niklaus. Fundación Azzedine Alaïa/Moritz Feed Dog |
"Creció en Túnez, en un entorno muy pobre", cuenta Nicklaus, que se atrevió con este trbajo al recibir el beneplácito de la fundación que vela por el legado de Alaïa, tras su fallecimiento en 2017. Era un tipo muy peculiar, muy bajito y además homosexual, así que su infancia como niño gay no fue fácil, pero tenía mucha energía y pasión por la moda, lo que le hizo viajar a París en 1956. Conoció a mujeres muy importantes a lo largo de su vida, que fueron las que lo alentaron". Ellas impulsaron su talento desde sus primeros meses en Francia. Él se convirtió en el secreto susurrado de unas a otras en los salones de té. "Empezó a vestir a mujeres ricas del París de la época, cuando era normal que tuvieran un modisto propio que les hiciera todo el armario. Así arrancó y fue una escuela buenísima, porque aprendió a trabajar con diferentes morfologías, sacándoles partido a través de la ropa". Cosió para Louise Vilmorin, Arletty o Greta Garbo y estudió como realzarlas a través de los patrones, unas lecciones que le acompañaron durante su carrera, como fu dilatado en el tiempo el lazo de complicidad que estableció con sus clientas.
El cuerpo fue campo de actuación en todas sus etapas: tanto cuando cosía desde un ático para las mujeres de la alta sociedad, como cuando abrió su casa de costura y marcó la década de los ochenta o cuando tras varios años retirado de la primera línea, regresó a la moda en el 2.000. "Nos regaló maravillosos diseños. Por ejemplo, fue el primero en confeccionar vestidos y abrigos con cuero, cuando se consideraba que las prendas de piel solo eran aptas para las prostitutas. Fue capaz de convencer primero a estrellas del rock como Tina Turner y luego a todo tipo de mujeres de que se lo pusieran. Hoy resulta obvio pero antes de Alaïa nadie había visto todo el potencial del material. Y por supuesto lo mismo pasó con los tejidos elásticos, toda la moda body-conscious. Es especialmente muy interesante porque puede ser algo muy vulgar cuando lo usan otros diseñadores, pero el milagro de Alaïa es que incluso cuando está tan pegado al cuerpo es elegante". Su identidad en una sociedad hermética contribuyó a que cogiera un camino adyacente, pero también influyó en esa independencia el propio carácter del artista. "Era muy ambicioso y estaba decidido a triunfar. Tenía mucho ego. La parte buena es que eso le empujó como diseñador estrella, pero al mismo tiempo hacía que a veces fuera difícil trabajar con él. Le llevó a ir por libre, no se sentía constreñido por las reglas de la moda porque redactaba las suyas propias. En la última época de su carrera podía tomarse años hasta perfeccionar un diseño. Presentaba un vestido cuando creía que estaba listo, no cuando se lo dictaba el calendario y hasta los últimos años solo hizo ropa, tardó en entrar en el negocio de los accesorios o los perfumes. Era muy diferente a todos los demás, llevaba su ritmo y no seguía al grupo".
¿Lo más sorprendente? Para el director de la cinta. "que fuera capaz de mantener su actividad. Y que después de varios años sin trabajar, en los que pasó por una depresión tras la muerte de su hermana, volviera a la primera fila de nuevo y otra vez siendo un éxito. Hay pocas casas tan alineadas por la personalidad de su diseñador. Pero su influencia va más allá de la moda, fue un migrante tunecino que enriqueció la cultura francesa, estuvo a la altura de los más grandes. Puede ser un modelo a seguir tanto para los magrebíes como para los franceses, para que acojan a los que llegan porque puede aportar mucho, Es político y es lo que realmente quería contar en este documental"
Patricia Rodríguez. Smoda. El País, marzo 2023
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