En el fragor caótico generado por los atentados, Jimenez filma al jefe de la unidad antiterrorista, interpretado con contención y locuacidad por Jean Dujardin, impartiendo directrices a su equipo. Un discurso que se cierra con un requerimiento elogioso: "Y quiero que estéis concentrados en vuestra labor como hacéis todos los días". La loa a la profesionalidad es un elemento capital del imaginario de Novembre, lo que lleva a Jimenez a tomar la acertada decisión de centrar toda su atención en el desempeño policial de sus personajes. Tampoco hay espacio en el filme para el innecesario fisgoneo en la vida privada de los agentes. Sin embargo, esta devoción por la ética laboral -un interés que remite tanto al clasicismo pragmático de Howard Hawks como a la modernidad exuberante de Tony Scott- encuentra su límite cuando una capitana del cuerpo de policía (Anaïs Demoustier) decide extralimitarse en sus funciones para localizar a un terrorista. Incluso cuando rompe su propio código, Novembre no deja de alabar el sentido de la responsabilidad y el compromiso cívico de sus protagonistas.
Los más de dos millones de franceses que acudieron a las salas a ver la película dan cuenta de la eficiencia de un trabajo que sabe jugar sobre seguro. Loa héroes de la patria son humanizados por grandes estrellas del cine francés: el oscarizado Dujardin y Demoustier, ganadora del César por Los consejos de Alice (2019). En el ámbito formal la película abraza sin ambages las coordenadas del thriller post-11S, con la cámara inquieta, el montaje vertiginoso y la narrativa deslocalizada que pusieron en boga la serie 24 y la saga de Jason Bourne, aunque el referente más directo de Novembre sería La noche más oscura (2012), en la que Kathryn Bigelow disecciono las luces y las sombras de la caza de Osama Bin Laden. Por último cabe destacar la habilidad con la que Jimenez inmuniza su filme contra el espectro de la xenofobia, dando un peso crucial en la trama a los aliados que la unidad antiterrorista halla en el mundo musulmán.
Sobre la premisa de no permitir el tempo del relato decaiga en ningún momento -la acción solo se interrumpe durante un minuto de silencio en homenaje a las víctimas-. Novembre organiza un particular réquiem por la inocencia perdida de la nación francesa. Una misa fúnebre en la que, en todo caso, no hay lugar para a constricción. La cultura audiovisual del siglo XXI, junto a la vocación popular del filme, acaban imponiendo un paroxismo del cine de acción como tratamiento para la superación del trauma.
Manu Yáñez. El Cultural, 7 -4 - 2023
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