domingo, 28 de mayo de 2023

Edgar Morin: "No caminamos hacia un futuro brillante"

Edgar Morin

Edgar Morin es un hombre con una misión. Una misión inacabada, inaplazable, ineludible: transmitir sus ideas, compartir sus conocimientos, ofrecer un legado lo más nutrido posible. La producción intelectual mantiene lúcido  y alerta a sus 101 años. Le alimenta. Le conserva: se ve a sí mismo "poseído" frente a su ordenador cada vez que se enfrenta a un libro o a un artículo. En su libro Lecciones de un siglo de vida, confiesa que fue un mal hijo y mal padre. No mal esposo, dice. Ni mal pensador.

Es un superviviente de una especie en extinción: la de los grandes intelectuales del siglo XX. Ha escrito más de 20 libros (además de otros pequeños, entrevistas, etc) y en Francia acaba de publicar De guerre en guerre: de 1940   à L'Ukranie (de guerra en guerra: de 1940 a Ucrania, aún sin editorial en España), ensayo inconformista, "disidente", como él mismo dice, ajeno a la corriente de pensamiento que domina en los medios clásicos occidentales, en el que hace un claro alegato por la paz en la guerra que sacude al mundo desde febrero de 2022. En junio tiene previsto publicar otra obra, Encore un peu (todavía un poco más). Y en septiembre, cuestión de no bajar la guardia, uno más, coescrito alalimón con la mujer que le sostiene y le da la vida, Sabahh  Abouessalam, socióloga marroquí a la que está unido desde que se conocieron en una conferencia en el año 2009.

Intelectual de referencia para la izquierda francesa, inspirador (junto a Stéphane Hessel) para aquellos jóvenes  que salieron a las plazas  del mundo  en el año del 15-M, este descendiente  de judíos sefardíes españoles (nacido como Edgar Nahoum) es un humanista  al que siempre le ha gustado intervenir en el debate público. Con todo, en el ámbito del pensamiento, se le reconoce por la publicación entre 1977 y 2004 de los seis volúmenes de El método, donde desarrolla las claves del pensamiento complejo, metodología de reflexión multidisciplinar  y panorámica, ajena a los cajones estancos.

Nos recibe en uno de sus rincones favoritos de Marraquech (vive a caballo entre París, Montpellier  -sur de Francia - y la ciudad marroquí), en el palacio Es Saadí, un vergel de pájaros y palmeras hecho hotel: en su casa se ha roto el aire acondicionado y no se puede estar, el calor le merma las fuerzas. El peso sobre los hombros de los 101 años vividos se esfuma de pronto en cuanto se enciende la grabadora. Se pone a hablar y resplandece. Irrumpe el ímpetu en la voz, algo quebrada, y las manos empiezan a acompañar las inflexiones en sus palabras.

P.- Arranca su nuevo libro evocando los primeros bombardeos de la Luftwaffe que aniquilan Róterdam en mayo de 1940. Estaba usted adscrito al Estado Mayor del Primer Ejército comandado por Lattre de Tassigny. ¿Es el hecho de haber vivido el horror de la guerra lo que le ha empujado a escribir un libro más, con más de 100 años?

R,- Las imágenes de la guerra de Ucrania, los edificios destruidos, los cadáveres de civiles... Todo eso me trajo a la memoria las guerras que viví y en particular la Segunda Guerra Mundial. Entonces vi ciudades como Hamburgo, como Mannheim, completamente destruidas.

P.- Toda guerra en nombre del bien comporta en realidad el mal en ella , dice usted. ¿Ocurre en Ucrania?

R,- Sí, pero a un nivel mucho menos masivo. Si bien la Rusia de Putin es culpable de haber atacado, y hasta intentado anexionar a Ucrania, hay crímenes de guerra que se han podido cometer en ambos bandos, y hay propaganda  de guerra en ambos lados. La guerra favorece las mentiras, la información falsa, el ocultamiento de lo que es negativo para tu bando... He querido que nuestros contemporáneos sean conscientes de ello, Sobre todo porque en Francia, por ejemplo, ha habido una especie de beatificación de Ucrania, a la par que se han atribuido intenciones diabólicas a Putin, 

P,- ¿No son diabólicas las intenciones de Putin?

R,- Lo que es diabólico en Putin, sobre todo, es su represión interna sobre sus opositores y la dictadura que mantiene en Rusia. Está en medio de una guerra, que evidentemente tiene aspectos criminales.  Pero somos informados de las acciones de los rusos por los ucranios. Hay bruma informativa. 

P.- En su libro hace un claro alegato por la paz. Pero la paz implica hacer concesiones a un invasor, a Putin.

R,- Cuando las fuerzas de los dos adversarios están igualadas, se puede llegar a acuerdos de compromiso...No está claro por qué Ucrania pide un monopolio sobre Crimea, se puede buscar un compromiso. Donbás es una región extraordinariamente rica en minerales que comenzó a ser industrializada por la Rusia zarista a finales del siglo XIX y fue la URSS de Stakin la que la hiperindustrializó. Se podría plantear que las riquezas de Donbás fueran explotadas en común. 

P.- ¿Se debe hacer este tipo de concesiones?

R.- Podría ser una solución de compromiso para obtener la soberanía de Ucrania, su adhesión a la Unión Europea y su neutralidad militar... Hay un nuevo imperialismo ruso de carácter paneslavo. Pero también hay un imperialismo  estadounidense que está presente de manera económica, política y militar. Ucrania, en su búsqueda de la independencia y la soberanía, es el escenario de un conflicto de dos imperialismos. Con este libro yo sabía que no estaba en el mainstream, sé muy bien que es disidente en las actuales circunstancias. No me gusta pero mi deber es decir lo que creo que es útil... 

P.- Se dice usted heredero de Montaigne y de Spinoza 

R.- Sí, porque Montaigne aconsejaba la práctica de la duda y del autoconocimiento. Tenía un espíritu muy humano. Decía: "Todo hombre es compatriota". Es el primer anticolonialista. Y Spinoza hizo la gran revolución  del pensamiento moderno al acabar con la idea de un Dios superior y externo al mundo que es su creador y dueño. Dio la soberanía a la naturaleza.

P.- Permítame una pregunta, señor Morin: ¿Qué hace usted para mantener tan bien sus facultades intelectuales con 101 años?

R,- Persevero en mi ser, como diría Spinoza. La edad me afecta, camino peor que antes, tengo diversos problemas físicos, pero, afortunadamente, mentalmente sigo siendo el mismo. Conservo toda mi curiosidad, mi interés por el futuro de la humanidad...

Joseba Elola. El País. Ideas, domingo 30 de abril de 2023.

No hay comentarios:

Publicar un comentario