El director de la institución continua: "Luego la mudanza se avivó: Vera pescaba en una montaña de documentos, el archivo de una vida, y sin seleccionar nada lo metíamos directamente en cajas. Milan, que delegó todo en ella, sentado en el sofá, prefería no alzar la vista del libro". Kubicek organizó personalmente el traslado y condujo una furgoneta los 1.200 kilómetros que separan Brno de París. Le acompañó otro conductor, porque también fueron a Le Touquet, la segunda residencia del autor, en la costa de Ópalo, bordeando el canal de la Mancha.
Vera Kunderová, esposa y agente del autor de La insoportable levedad del ser, cuenta que se inspiró en Philip Roth. Una noche de insomnio, preocupada por el futuro del legado de Kundera, recordó que Roth donó sus libros a la biblioteca pública de Newark (Nueva Jersey), donde se hizo escritor, y a la mañana siguiente llamó a Kubicek. La colección incluye más de 3.000 libros, entre los que destaca un original del siglo XVI de Montaigne, con la firma manuscrita del ensayista francés, y una edición especial de Gargantua y Pantagruel de Rabelais con prefacio de Kundera.
El archivo tardará un año en digitalizarse y, antes de mostrarlo, Kubicek necesita que los abogados evalúen qué se puede publicar para evitar conflictos legales. Si bien, tras vacilar un instante, accede a mostrar el tesoro: están las cartas de Kissinger, Mitterrand, Fellini, Ionesco o Arrabal -una cartulina de tamaño A2 con pinceladas propias de la estética del tachismo-; las fotografías de Carlos Fuentes, Octavio Paz, Jose Skvorocecký o Philip Roth, con Vera en un teatro de Praga en los sesenta o solo, con la estampa de un actor de la nouvelle vague, en un boulevard de neones de París; la correspondencia con las autoridades comunistas cuando trabajaba como profesor invitado en la Universidad de Rennes (Francia), que le animan a regresar cuanto antes a Praga para recibir un pasaporte renovado. "Resulta evidente que le estaban tendiendo una trampa en la que no cayó", apunta Kubicek.
También están las pinturas modernas con las que ilustró sus portadas, una partitura compuesta en su juventud, el programa de Literatura que impartió en la Escuela de Cine de Praga (donde fue profesor Milos Forman), las cartas desde el exilio a sus amigos y sus libros más preciados, pero no los de astrología -cuando le prohibieron publicar en Checoslovaquia tras la ocupación soviética de 1968, Kundera comenzó a ganarse la vida clandestinamente como escritor de horóscopos-.
Los investigadores que preparen estudios literarios sobre Kundera deberán pasar por esta biblioteca. Las cajas también guardan innumerables recorte de prensa subrayados con fluorescente rosa que Kundera empleó para componer sus novelas. Varias carpetas indagan en una de sus obsesiones: la contradicción de tratar la vida privada en la vida pública de los periódicos.
La Biblioteca Nacional de Morava, un edificio de acero y cristal de siete plantas, ha inaugurado una sala propia con los libros de Kundera (de momento primeras ediciones y traducciones) y sobre Kundera. Se encuentra a solo diez minutos a pie de la casa en que nació y creció el escritor en el número 6 de la calle Purkynova, donde la única huella visible que perdura de la familia es el colosal magnolio que florece en el jardín.
La relación de Kundera con su país natal siempre fue controvertida. En 1979 le retiraron la ciudadanía y vivió apátrida dos años hasta que Mitterrand le concedió la nacionalidad francesa, en una ceremonia conjunta con Julio Cortázar. No se la restituyeron hasta 2019, tras pedirle disculpas. En Francia renegó de la etiqueta de escritor disidente y adoptó el francés como lengua literaria, sin permitir las traducciones al checo hasta hace tres años. No se le ha visto en ningún acto público en su país natal tras el derrumbe del telón de acero.
"Todo lo malo de la vida de Milan siempre vino de Praga, no de Brno. Tal vez, como apuntó Vera, se trata de una controversia entre Kundera y Praga, y no con Chequia", dice desde Praga Stanislav Skoda, editor y crítico literario que dirigió el Centro Checo de Madrid. "Yo tampoco veo grandes conflictos, salvo su posición radicalmente comunista de los años cincuenta, como tantos otros intelectuales, y el caso Milos Dvorácek, un escándalo que sí fue grave y dividió a la sociedad intelectual checa". En 2008, el historiador Adam Hradilek encontró por casualidad un papelito en el archivo de seguridad del Estado donde se leía que Kundera, con 20 años, había denunciado a un espía. Era Dvorácek, que pasó 14 años condenado a trabajos forzados en una mina de uranio. El escritor checofrancés lo negó en un escueto comunicado.
En Brno también se puede hojear la primera edición de La insoportable levedad del ser, publicada en Canadá en el checo original por 68nPublishers, el sello del escritor Josef Skvorecký, que imprimía autores prohibidos en la Checoslovaquia comunista. El desencanto de Kundera con el régimen ya se manifestó en 1967 durante su discurso en el Congreso de Escritores (publicado recientemente por Tusquets en Un Occidente secuestrado), en el que desafió a los"vandalos" del partido que atacaban la independencia de la cultura.
La biblioteca cerró un acuerdo para que los editores internacionales de Kundera envien una copia de cada nueva edición, y que permite calibrar su transcendencia: recibe al menos un libro nuevo a la semana, pues Kundera ha sido publicado en 51 países. En el comité de nueve expertos que confeccionará el programa de actividades que se desarrollará en torno al nuevo archivo despunte el novelista que más ha sorprendido a Kundera estos años, Adam Thirlwell.
¿El regalo de Kundera es un gesto de reconciliación? "Acaba de cumplir 94 años", dice Kubicek. "Hay un momento en que brota la querencia por las raíces. Busca acercarse a su padre, con quien le unía una relación conmovedora". En su destierro perdió su primera biblioteca, y la que más apreciaba, con la que se formó, la de su padre en Purkynova. La colección personal de libros que le ha acompañado en Francia -un volumen que Kubicek calcula en otros 3.000 o 4.000 títulos- llegará a Brno en un tercer viaje. Cuando Kundera ya no esté para leerla.
David Granda, Brno. El País, lunes 1 de mayo de 2023.
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