Cuentacuentos en el festival de febrero de 2023 en
Marraquech. Foto de Alan Keohane
"Tres chicas crecieron en el mismo barrio y ambas se casaron el mismo día. Al poco tiempo tuvieron, tuvieron descendencia el mismo día". Ataviado con la capa de los cuentacuentos tradicionales, el septuagenario Mohamed Sghir (pequeño) Erguibi iniciaba recientemente, poco antes del terremoto, su relato al atardecer en la terraza de la azotea del Gran Café Glacier, que se abre sobre la plaza de Yemaa el-Fna de Marraquech. Los halka, los corros que se formaban en la legendaria exolanada en torno a músicos gnawa, grupos de saltimbanques y adivinos o algún encantador de serpientes apenas acogían ya narradores de tradición oral. Su voz parecía haber sido acallada por el estruendo de la plaza y su público se había quedado sin espacio ante la expansión de los puestos de comida. Este fin de semana, además, el lugar se ha convertido en dormitorio comunal donde han permanecido al raso centenares de familias que se han quedado sin casa tras el seísmo. En Marraquech se han registrado solo 15 muertos de los más de 2.000 provocados por el seísmo.
Marraquech se había convertido en uno de los destinos turísticos de moda. Las visitas de españoles a Marruecos se habían incrementado en un 80% durante los seis primeros meses de 2023 respecto al mismo período de 2019, de acuerdo con los últimos datos oficiales disponibles. Pero Erguib ya no tiene quien escuche su cuento en Yemaa el-Fna. Llegaba con una carpeta con recortes de prensa y certificados que le acreditaban como cuentacuentos autorizado. También con los recuerdos del escritor español afincado en Marraquech, Juan Goytisolo quien a partir de 1997 impulsó la declaración de la plaza como Patrimonio inmaterial de la Humanidad reconocida por la Unesco en 2008.
"Una de las madres se quedó en el barrio y su hijo se convirtió en imán de la mezquita. La otra se marchó a un lugar lejano, tras ser abandonada por su marido. Su hijo trabajó como vendedor ambulante en un mercado, hasta que un día se encontró una bolsa con 10.000 dirhams (unos mil euros, una fortuna para la época)", proseguía su relato el veterano cuentacuentos. "La gente que viene ahora a la plaza ya no tiene interés en las historias antiguas", lamenta, "y ahora nos ganamos la vida como podemos en hoteles y festivales con historias cómicas cortas".
"Solo quedan siete contadores que sigan siendo capaces de ofrecer una narración tradicional en público y todos se están acercando a los ochenta años", advertía Hanae Jerjou, conservadora en el Museo del Patrimonio Cultural Inmaterial de Marraquech, inaugurado este año en la antigua sede del Banco Al Magreb, el banco central de Marruecos. Este edificio rehabilitado en Yemaa el-Fna ofrece un recorrido por la plaza a través del tiempo y de las artes, como los cuadros del pintor orientalista Jacques Majorelle o carteles de películas que hicieron célebre a la Ciudad Ocre, como El hombre que sabía demasiado, de Alfred Hitchcock...
Juan Carlos Sanz. Marraquech. El País, lunes 11 de septiembre de 2023.
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